Page 155 - Edición final para libro digital
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de conocer la marcha de quien consideraba ya como una hija, pero
deberían afrontar la realidad del momento. La misión de comunicar
a la anciana la desagradable noticia recayó directamente en el viejo
Abdud; puesto que la joven no se sentía con fuerzas para ello.
David Kachka se quedó esperando en el coche mientras Fatma y
Abdud fueron a recoger las cosas de la muchacha y a superar, como
mejor pudiesen, la dura tarea que les suponía decirle a Saida la de-
cisión tomada. Les costó tiempo y lágrimas convencer a la anciana
sobre las bondades del plan. Pero, finalmente, la razón se impuso
a los sentimientos y la señora Maher reconoció la conveniencia de
que Fatma se fuese a vivir con los Kachka. Superadas todas las trabas
sentimentales, el acuerdo fue unánime respecto a las condiciones
futuras. La marcha de la muchacha a Acre no significaría en absoluto
una separación, sino tan sólo un cambio en los hábitos de conviven-
cia, ya que el matrimonio se comprometió a visitar a Fatma, siempre
que su salud se lo permitiese, y Fatma iría a Tel Avid tanto como le
fuese posible. David Kachka ya había prometido a la joven que él
mismo la llevaría a visitar a los Maher con tanta frecuencia como le
consintiesen sus obligaciones.
Finalmente, Fatma abandonó entre sollozos y muestras de cariño
la casa de los ancianos. Con dos grandes maletas, en las cuales había
guardado la mayor parte de sus pertenencias y sus más emotivos
recuerdos, se dirigió hacia el vehículo del abogado, quien presuro-
samente salió del mismo para ayudarla con los bultos. Una vez car-
gado el equipaje, el padre de Ariel arrancó el motor y puso el coche
en movimiento. Según se iban alejando, la llorosa palestina saludaba
desde el asiento del acompañante al viejo matrimonio, quienes co-
piaban sus ademanes, igualmente anegados en lágrimas.
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