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—Señor, soy el capitán Kachka. He sido destinado a esta base
para someterme a sus órdenes.
—Lo sé, capitán. Esperábamos hoy mismo su llegada.
A partir de las acostumbradas formalidades castrenses a las que
les obligaba el protocolo, ambos hombres, sentados cómodamente
en un amplio sofá que ocupaba una de las esquinas del espacioso
despacho, entablaron una larga y productiva conversación. En aquel
extenso intercambio de palabras comentaron, entre otras cosas, las
condiciones de la misión que el coronel Taback le encomendara a
Ariel. El almirante Peres estaba ya al tanto de la misma. Si bien se
había acordado el destino de Ariel antes del incidente ocurrido en la
Franja. El coronel Taback ya conocía la situación y no había tardado
en llamar a Peres para solicitar su colaboración en la estrategia de
nombrar a Ariel como negociador en el rescate de Eitán Sabel.
Aclarado el proceso por el cual el joven Kachka había de llevar
a cabo esas negociaciones, este solicitó poder desplazarse hasta Acre
antes de comenzar con la planificación de su misión.
—Señor, desearía que se me permitiese pasar la noche en casa de
mis padres.
—Tiene usted mi permiso para ello —le dijo Peres— Pero ma-
ñana deberá estar en la base a primera hora. Su primera encomienda
será reclutar un pequeño equipo de apoyo con el cual se habrá de
desplazar hasta Ascalón. Desde allí establecerá el contacto con Bou-
lus Musleh, el principal cabecilla de las milicias armadas de Hamás.
—Perdone que le plantee una duda, señor, pero…, ¿cómo he de
contactar con Musleh? Ni siquiera le conozco por fotografía. Y no
creo que resulte sencillo localizarle.
—Ya nosotros hemos contactado con el enlace que le facilitará
el acercamiento a Musleh. Tenemos intermediarios en Gaza que co-
laborarán en el proceso. Un enviado de Ezzeddin Al-Qassam con-
tactará con usted en cuanto se instale en Ascalón. Le proporciona-
remos la información necesaria para llevar a cabo los acuerdos. De-
berá convencer a Musleh para que acepte la liberación de nuestros
hombres a cambio de los hermanos Hasbúm. Supongo que ya le
habrá comentado el coronel Taback las razones por las cuales hemos
considerado su idoneidad para esta misión.
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