Page 174 - Edición final para libro digital
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los servicios secretos y porque Eitán Sabel es el hijo de Abe Sabel,
              amigo de papá y quien me ha facilitado un destino en el cual podré
              compatibilizar mi vida junto a Fatma con mi profesión. Eso es para
              mí el mejor favor que nadie haya podido hacerme, y si puedo salvar
              la vida de su hijo, lo haré.
                 Ante el argumento de Ariel Rebeca no quiso seguir discutiendo.
              Mostrando su contrariedad en un gesto harto significativo se retiró
              al exterior de la casa, donde se puso a regar las plantas. Mientras,
              David y Ariel continuaron hablando del tema.
                 —No le hagas caso hijo. Comprende que esté preocupada por ti.
              Es tu madre.
                 —Lo sé. Pero llevo muchos años de militar y debería acostum-
              brarse. Nunca la he visto comportarse así antes.
                 —Nunca antes habías tenido que afrontar ninguna misión de
              riesgo.
                 —Tampoco esta lo será tanto. Estaré apoyado por un buen equi-
              po y por mis superiores en todo momento.
                 —Lo sé. Pero ella no lo asume fácilmente. Debes tener paciencia
              e intentar comprenderla.
                 —Tienes razón. Mejor no darle más vueltas. Por cierto, he pe-
              dido a mis superiores que Fatma no se vea involucrada en esto —
              aprovechó el joven para pedir la colaboración de su padre en aquella
              legación.
                 —¿Pero cómo puedes evitar que lo haga si precisamente te han
              elegido por ser ella hermana de los Hasbúm?
                 —Lo sé. Por eso cuento con tu ayuda para ello.
                 David Kachka sí se sorprendió esta vez. No contaba con que su
              hijo volviese a implicarle nuevamente a él en el asunto de los Hasbúm.
              Mucho menos después de haberle pedido que abandonase su defensa;
              cosa que ya había hecho oficial y comunicado a los dos hermanos.
                 —¿Con mi ayuda para qué? —preguntó el padre.
                 Ariel procedió a explicarle cuales habían sido las condiciones que
              le había puesto al almirante Peres y en qué consistiría su colabora-
              ción en todo aquello.
                 El veterano abogado resopló ruidosamente antes de responder a
              su descendiente.

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