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CAPÍTULO 22.

—Capitán Kachka —dijo el sargento de puesto nada más entrar
en la improvisada oficina que fuera habilitada como centro de ope-
raciones en el pequeño cuartel de Ascalón—, acabamos de recibir
esto proveniente de Haifa. Lo ha traído un mensajero y viene di-
rigido a usted.
Kachka tomó en sus manos el grueso sobre cerrado que el sub-
oficial le entregaba y, solicitando al policía que se retirase, rasgó la
amarilla envoltura para acceder a la documentación que contenía.
Tres folios grapados y cinco mil sakalim en billetes de cien y de
doscientos eran la causa de tan abultado envoltorio.
Ariel contó el dinero y lo depositó sobre la mesa. Se acomodó
en la única silla que había en la estancia y se centró en leer los tres
folios mecanografiados que acompañaban a los billetes. En aquellos
papeles figuraban las órdenes a seguir en su misión, un número de
teléfono, correspondiente a su contacto en Gaza, y las instrucciones
de cómo proceder con los negociadores palestinos una vez se vie-
sen en La Franja. Claramente resaltadas, aparecían las consecuencias
ante un posible fracaso. Finalmente, unas cuantas recomendaciones
de seguridad y un escueto saludo final deseándole éxito en su tarea
completaban el último folio de aquel informe. El documento lleva-
ba la firma del coronel Romam Taback.

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