Page 202 - Edición final para libro digital
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—Muy bien. Nada ha cambiado. Te preguntarás a que se debe
mi llamada.
—Precisamente eso me está intrigando. Hace sólo un par de días
que no nos vemos. Hemos estado semanas sin llamarnos y no creo
que de repente me extrañes tanto —le respondió Ariel medio en
broma.
—Es cierto hijo. Aún no he llegado a extrañarte tanto. En reali-
dad, te llamo porque he tenido un encuentro con tus superiores que
me ha dejado algo inquieto.
El viejo Kachka le contó al joven Ariel su coincidencia con los
tres militares en el BarBQ.
—Que Sabel y Peres se encontrasen allí no resulta extraño. Pero
que también estuviese con ellos el coronel Taback… Según las ins-
trucciones recibidas, él dirigiría la operación desde Jerusalén —ra-
zonó Ariel.
—También a mí me extrañó su presencia allí. Por esa razón te
llamo. No tengo muy claro que el plan se limite solamente a inter-
cambiar prisioneros.
—Yo he estado pensando lo mismo —le dijo Ariel— Por eso he
considerado hacer algunas variaciones en el procedimiento.
—Ten mucho cuidado Ariel. La gente con la que has de tratar es
muy peligrosa. Pero no lo han de ser menos los mandos del estado
mayor si consideran la oportunidad apropiada para atacar a Hamás.
—Lo sé. No te preocupes, tendré mucho cuidado.
Ambos parientes se despidieron y Ariel se quedó un rato pensa-
tivo.
—¿Malas noticias? —preguntó el sargento Darsán.
—No, de momento tan sólo algo inquietantes —replicó Ariel.
Los tres suboficiales se miraron entre ellos, pero ninguno se ani-
mó a continuar interrogando al capitán. A no mucho tardar, él mis-
mo los pondría al corriente de todo.
Terminada la reunión, los cuatro militares se dirigieron a la es-
tancia habilitada como dormitorio. Ya no volvieron a hablar del
tema. Todos estaban cansados y deseando dormir bien esa noche.
A la mañana siguiente, muy temprano, deberían comenzar con las
actuaciones.
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