Page 212 - Edición final para libro digital
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Fatma conocía muy bien a la señora Levsky. La joven palestina
              era una persona muy sociable y empática. A pesar de no ser judía se
              había ganado el aprecio de aquellos que habían tenido la ocasión de
              tratarla.
                 —¿Qué ha ocurrido, señora Levsky? —fue lo primero que pre-
              guntó la joven. Abordando directamente el tema.
                 La mujer dudó un instante y fijó su mirada en el experimentado
              jurista. Este mostraba casi tanta impaciencia como Fatma. Final-
              mente, la señora Levsky respondió con otra pregunta.
                 —¿Quieren tomar algo? Café, té. Lo que prefieran. Por favor,
              siéntense mientras lo voy a buscar. Ya lo tengo preparado.
                 No deseamos tomar nada señora Levsky. Háblenos de lo que les
              ha ocurrido a los Maher, por favor —le respondió Fatma visible-
              mente agitada por los nervios.
                 El padre de Ariel tomó asiento en un sofá de dos plazas que se en-
              contraba detrás de ellos, y cogiendo a la muchacha suavemente por
              el antebrazo la arrastro también hacia el diván. La señora Levsky se
              sentó frente a ambos. Ante la expectante actitud de los dos visitantes
              explicó como mejor pudo lo ocurrido a sus vecinos.
                 —El señor Maher ha tenido un accidente. Hace un par de días se
              cayó por las escaleras cuando salía de casa. Se ha roto la cadera y ha
              sufrido una contusión cerebral. Está en el hospital.
                 En ese momento, las lágrimas ya inundaban el rostro de la beca-
              ria hasta perderse en la comisura de sus labios.
                 —¿Y la señora Maher? —preguntó Fatma entre sollozos.
                 —Está con él en la clínica.
                 —¿Pero se encuentra bien?
                 —Ella está bien. Muy afectada, como es lógico. Pero está bien.
                 —¿Y el señor Maher?, ¿sabe cómo se encuentra?
                 La señora Levsky frunció el ceño, lo cual no era un buen indicio.
                 —¿Está muy mal? —insistió Fatma en la pregunta.
                 —Ayer he hablado con Saida. Parece ser que no tiene muchas
              posibilidades de salir adelante. El golpe en la cabeza lo dejó en coma
              y permanece en cuidados intensivos a la espera de una mejoría, o de
              un desenlace fatal. Me ha dicho que los médicos no pueden hacer
              nada —le respondió la mujer.

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