Page 230 - Edición final para libro digital
P. 230

—La señora Linsky. No hemos congeniado como esperaba.
                 —¡Ahh!, comprendo. Pero niña, eso no debería preocuparte tan-
              to. Es muy habitual que las suegras sientan celos de sus nueras. Lo
              importante sois vosotros, tú y Ariel. Si vosotros sois felices ella lo
              será también; aunque en un principio sienta que has llegado a ro-
              barle el cariño de su hijo.
                 —Si lo comprendo. Sé que no debe ser fácil para ella. Pero tengo
              tantas dudas que comienzo a sentirme agobiada.  Y lo que menos me
              ayuda es estar viviendo bajo el mismo techo con alguien que sólo me
              hace constantes reproches.
                 —¿Y el señor Kachka? ¿Qué tal? ¿Cómo te llevas con él?
                 —El señor Kachka es una persona adorable. Tengo tanto que
              agradecerle. Si por algo siento pena en todo esto es por él. Me apre-
              cia, y sé que su deseo es que Ariel y yo sigamos juntos. Pero la señora
              Rebeca es su esposa, y eso le provoca un conflicto del que no quiero
              formar parte. Es con ella con quien comparte su vida y se despierta
              cada mañana. Me siento mal al pensar que podría ser una razón de
              enfrentamiento entre ambos.
                 —No sé qué decirte Fatma —se resignó Saida—. Si no estás a
              gusto en Acre puedes quedarte aquí. Sabes que para mí es una gran
              alegría tenerte a mi lado. Pero no quisiera ser yo la causa de que
              abandones el hogar de los Kachka.
                 —Le aseguro que no lo es. Puede estar muy tranquila al respecto.
                 —¿Les has dicho a los padres de Ariel algo sobre tu embarazo?
              —preguntó inesperadamente la anciana.
                 —Nooo. Si no lo sabe aún Ariel no voy a contárselo a sus padres.
              Además, si ya sólo por estar con su hijo la señora Linsky me rechaza,
              ¿cómo se pondría si se entera de eso?
                 —A lo mejor cambiaría de actitud. Ariel es su único hijo. ¿Qué
              madre no desea tener un nieto?
                 —¿Aunque sea hijo de una palestina?
                 Saida guardó silencio. El comentario de Fatma echaba abajo toda
              su lógica. No había pensado en las posibles razones por las que Re-
              beca Linsky rechazaba a la joven. No conocía a la madre de Ariel, y
              posiblemente el origen de Fatma fuese la razón del su distanciamien-



              228                                                                                                                                              229
   225   226   227   228   229   230   231   232   233   234   235