Page 289 - Edición final para libro digital
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—Hace como una hora que se ha ido. —respondió la señora
Levsky a la pregunta de Kachka.
—Lamento no haber podido llegar a tiempo —se disculpó el
padre de Ariel— Debería haber salido mucho antes.
—No creo que hubiese servido de nada —le dijo la mujer—
Estaba completamente decidida a marcharse. Posiblemente sea lo
mejor para ella ahora mismo. Estaba muy agobiada y le vendrá bien
tomarse un tiempo para meditar.
—Gaza no es un lugar seguro en estos momentos —dijo Kachka.
—Ella es palestina. No tendrá ningún problema.
—Lo sé, pero podría ocurrir algún imprevisto.
Kachka pensaba en la posibilidad de un ataque del ejército he-
breo en cuanto regresase Ariel. Tanto él como su hijo tenían serias
razones para creer que eso sucedería, y el barrio donde se encontraba
la casa de Fatma podría ser un objetivo debido a la actividad de sus
dos hermanos. Pero el veterano jurista no quería intranquilizar tam-
bién a la señora Levsky. Por ello, cuando esta le preguntó:
—¿A qué imprevisto se refiere?
Kachka optó por la ambigüedad al responderle:
—No sé. Quizás le pongan algún problema en los controles. Está
aún reciente la matanza de Sheikh Ratwan, y las cosas están algo
revueltas.
—Llevamos décadas en esa situación. Tanto podría ocurrirle algo
a Fatma como a cualquiera de nosotros. Ella nada tiene que ver con
ese conflicto. Estará bien.
Era evidente que la señora Levsky no conocía en su totalidad las
circunstancias de Fatma. Nada sabía de sus hermanos ni sobre la
muerte de su padre.
—Tiene razón. No deberíamos preocuparnos. Es muy probable
que en cuanto aclare un poco sus ideas vuelva con nosotros.
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