Page 309 - Edición final para libro digital
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—¿En serio?
—Es la mejor noticia que he recibido nunca. Yo mismo pensaba
hablarte sobre ello en cuanto estabilizase mi vida y pudiésemos asen-
tar definitivamente nuestra relación.
Para entonces el gesto de asombro de Ariel se había convertido en
una enorme y sincera sonrisa.
—Me hace tan feliz oírte decir eso. Mi mayor temor era que me
rechazases al enterarte —le dijo Fatma.
—¿Cómo has podido siquiera pensar en algo así? ¿Acaso no he
hecho lo suficiente para demostrarte mi amor?
—Claro que sí. Mi inseguridad ha hecho que dudase cuando no
debía. Lamento todo cuanto te he hecho pasar.
—Sabes —dijo Ariel cambiando el tono de su voz— Todo esto
ha servido de mucho. Tu ausencia me ha convencido definitiva-
mente de cuanto te necesito, y mi presencia aquí disipa todas tus
dudas respecto a mi sinceridad. Creo que todo ha ocurrido por
alguna razón, y me alegra que así sea. Pero dime. ¿De cuánto tiem-
po estás?
—Casi tres meses.
—¿Desde la noche en la playa? —le preguntó él con una artera
sonrisa.
—Sí —le respondió ella sonrojándose.
Fatma tenía grabada a fuego en sus recuerdos aquella noche. Su
primera vez y su mayor placer hasta aquel momento. Pero recordaba
también su apasionada e incontrolable reacción ante el ardor de su
deseo, y aquello la hacía ruborizarse aún. Incluso, después de haber
tenido en posteriores ocasiones todo el amor del judío en su interior.
Ariel no cabía en sí de orgullo y alegría. Iba a ser padre y, lo más
importante en aquel momento, había recuperado a Fatma y reforza-
do definitivamente su relación. De allí en adelante todo debería ser
felicidad. Sin embargo, un comentario de la palestina evitó que su
dicha fuese completa.
—¿Cómo has podido salir a buscarme?, ¿no deberías estar en la
base, dada la situación?
Ariel frunció el ceño. Fatma le hacía volver a la realidad del
momento. Había abandonado el cuartel sin permiso y se encon-
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