Page 311 - Edición final para libro digital
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—¿Entonces te has ausentado sin permiso? —le preguntó la mu-
                 chacha, que no recibiera explicación alguna cuando lo comentaran
                 unos minutos antes.
                    —No podía quedarme en la incertidumbre de saber si estarías
                 bien. Mi amor por ti está por encima de ninguna orden o castigo.
                    —No debiste hacer eso. En unos días esto volvería a la norma-
                 lidad y entonces podríamos aclarar todas nuestras dudas. ¿Qué será
                 ahora de tu futuro cuando regresemos?
                    —No te preocupes por eso ahora. Nos tenemos el uno al otro y
                 pronto tendremos también a nuestro primogénito. Eso es lo impor-
                 tante.
                    —Sabes que lo más probable es que te envíen a prisión por in-
                 subordinación. No deseo para nuestro hijo un futuro con su padre
                 en la cárcel.
                    —Algo se me ocurrirá para que la pena sea leve. Lo que importa
                 es que estemos a salvo y unidos por nuestro sentimiento, y por el
                 fruto de nuestra pasión. Incluso desde la más oscura de las celdas te
                 sentiré a mi lado. Ningún muro podrá ser impedimento para nues-
                 tro amor. Los sentimientos son etéreos y nada material puede inter-
                 ponerse a lo sublime.
                    Las palabras del joven consiguieron arrancar de Fatma un sonoro
                 suspiro. Sus ojos se humedecieron de la emoción, y antes de que las
                 lágrimas fluyeran sin control, se abrazó al muchacho, fundiéndose
                 ambos, una vez más, en un interminable y apasionado beso.





















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