Page 320 - Edición final para libro digital
P. 320

Sin embargo, Ariel continuaba siendo reticente a tan descabella-
              do plan. Sabía que si los Hasbúm eran nuevamente detenidos ya no
              tendrían otra ocasión de librase de una larga condena. Y ello en caso
              de que no les acribillasen en la frontera. Pero entonces Sabil, quien
              había estado pensativo un buen rato al escuchar la propuesta de su
              hermano, intervino en el debate.
                 —Quizás no sea tan absurda la idea de Nabir.
                 Ariel le miró extrañado. No alcanzaba a comprender la razón
              por la cual ambos hermanos podrían sacrificar su libertad a cambio
              impedir que le castigasen a él.
                 —Me gustaría conocer vuestra idea, porque realmente no alcan-
              zo a concebir vuestra intención.
                 —Debes saber que si vamos a correr estos riesgos lo hacemos
              única y exclusivamente por Fatma. A ti nada te debemos.
                 —Eso está muy claro. Tampoco nada os pido que hagáis por mí.
              Yo sólo deseo la felicidad de vuestra hermana.
                 —Bien —continuó Sabil— He pensado que si nos presentamos
              los cuatro en la frontera podríamos decir que te hemos ayudado a
              huir de la gente de Musleh.
                 —Continúa —le pidió Ariel intrigado.
                 —Dada la petición tuya y de tu padre para que abandonásemos
              Ezzeddin Al-Qassam, seria creíble que hayamos decidido dejar Pa-
              lestina para instalarnos en Israel. Así podríamos abandonar la orga-
              nización y establecernos en algún lugar seguro en Tel Avid o Haifa.
              Tu padre podría reafirmar nuestra decisión.
                 —Es posible que el plan no resulte tan descabellado. Pero sigo sin
              saber qué razón puedo aducir para justificar mi marcha del cuartel.
                 Ante la preocupación de Ariel, fue Sabil, una vez más, quien
              aportó una nueva idea.
                 —Diremos que Fatma fue hecha prisionera por Boulus Musleh
              para obligarte a venir a Gaza como garantía. Es posible que tengas
              que afrontar igualmente el juicio, pero dudo que vayan a condenarte
              por ello. La opinión pública es muy sensible en casos así, y a tu go-
              bierno no le interesa tener a la opinión pública en su contra.
                 Definitivamente, Sabil no era ningún fanático ignaro. Su pro-
              puesta tenía mucho sentido y podría ser la solución a la difícil co-

              318                                                                                                                                              319
   315   316   317   318   319   320   321   322   323   324   325