Page 65 - Edición final para libro digital
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te conseguirían comunicarse en tal silencio, por lo cual pregunto a
Fatma:
—¿Prefieres que comamos aquí, en la terraza, o vamos mejor
adentro?
—A mí me da lo mismo. Como tú desees —le respondió ella
abandonando su ensoñación.
—Entonces vamos adentro, tendremos algo más de intimidad y
podremos hablar más tranquilos. ¿No crees? —le propuso él.
Fatma asintió. En realidad, era ya completa la confianza que te-
nía en Ariel y no se planteaba siquiera juzgar sus propuestas. Toda
aquella aprensión inicial, consecuencia de prejuicios ancestrales y
del odio extremo que desde muy niña le intentaran inculcar sus dos
hermanos, había sido compensada por la bondad de sus padres y,
definitivamente, por el exquisito trato que Ariel Kachka le brindaba.
Para Fatma, el joven oficial hebreo nunca había sido un enemigo, y
en aquel momento era ya mucho más que un amigo. Comer juntos
sería su más inmediata intimación. Pero la muchacha tenía claro que
aquella tarde iba a tener lugar la afirmación definitiva de sus senti-
mientos. Luego, llegaría la noche…
Fatma cesó entonces en sus pensamientos, no estaba preparada
para imaginarse qué podría suceder más allá de las caricias, y decidió
que mejor sería dejar en manos del destino su más inmediato futuro.
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