Page 71 - Edición final para libro digital
P. 71

camisa, tumbándose nuevamente junto ella. Si bien Fatma estaba
                 ya sumamente excitada, sentir el torso desnudo de Ariel rozando su
                 cuerpo fue todo un ramalazo de placer. Jamás había experimentado
                 nada parecido. Aquel intenso cosquilleo en su vientre pasó a conver-
                 tirse en una explosión de lujuria, no pudiendo evitar unos sonoros
                 gemidos que avivaron más aún la fogosidad del joven militar. En su
                 entusiasmo, Ariel casi arrancó a Fatma la fina blusa de chifón azul
                 cielo, desgarrando dos de los ojales. Inmediatamente, y de la mis-
                 ma forma, se deshizo del sujetador que cubría sus atractivos senos.
                 Mientras, ella no paraba de gemir. Aquella descarga en su interior se
                 repetía una y otra vez. Con más intensidad en cada ocasión. Cada
                 beso, cada caricia que Kachka le proporcionaba, ocasionaban una
                 nueva erupción en su volcán interno. La excitación en Ariel aumen-
                 taba proporcionalmente a los orgasmos de Fatma. Ariel Jamás había
                 estado con una mujer así. Tampoco podía imaginarse como aquel
                 deseo pudiera haber estado tanto tiempo reprimido en el cuerpo de
                 la palestina.
                    Mientras besaba los endurecidos pechos de la becaria, Kachka
                 deslizó la mano bajo su falda. Ella abrió instintivamente las pier-
                 nas para facilitarle el acceso a su anegada sexualidad. Entonces, él
                 arrancó sin miramientos la empapada tela que se interponía entre su
                 mano y aquel cálido y latente sexo. Ella, al notar el roce de los dedos
                 en sus sensibles pliegues, tuvo un nuevo estremecimiento, mucho
                 mayor que ninguno de los anteriores, y comenzó a agitarse deses-
                 peradamente buscando un contacto más impetuoso, gimiendo con
                 mucha más intensidad, hasta que su deleite estalló en incontrolados
                 gritos de placer. Él ya no pudo resistir por más tiempo tanto deseo
                 y, mientras movía, casi con violencia, su mano entre las piernas de
                 la apasionada joven que agitaba su pubis acompasadamente, se des-
                 abrochó el cinturón. Pero, antes de que pudiese soltarse el botón
                 superior del pantalón, ya Fatma se abalanzara sobre este, intentan-
                 do tomar su erecta pasión sin dejar de gritar. La ardorosa palestina
                 consiguió, en un animoso primer intento, liberar toda aquella exci-
                 tación retenida, tomando con avidez el rígido y trémulo bálano. Era
                 la primera vez que la joven palestina tocaba con sus manos el varonil
                 genital, pero no dudó un momento en acercar a su boca aquella

 68                                                                        69
   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75   76