Page 74 - Edición final para libro digital
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—Quiero que sepas que ni yo misma me podía imaginar que
              sentiría lo que he sentido. Nunca antes había tenido esa sensación,
              ni tampoco había experimentado antes nada parecido, aunque te
              cueste creerlo. En mi cultura hay ciertas cosas que las mujeres no
              osamos hacer hasta tener marido. Pero contigo no he podido con-
              tenerme. Te aseguro que hubiese querido controlar mis impulsos,
              pero te deseaba tanto que he perdido la razón. No sé si tal compor-
              tamiento es normal en las demás mujeres, pero en mi caso así ha
              sucedido; lo cual no significa que sea una ninfómana o una mujer
              fácil. De ser así no habría esperado a conocerte para sentirme como
              tú me has hecho sentir. Me duele enormemente que puedas pensar
              que no merezco tu confianza por perder la razón entre tus brazos.
              Desde hace días, mi único anhelo ha sido estar a tu lado. Pero si
              tu inseguridad va a ser un obstáculo entre nosotros prefiero que te
              sinceres conmigo ahora. No quisiera continuar con esto para final-
              mente terminar sufriendo.
                 La determinación de Fatma dejó a Ariel sin capacidad de respues-
              ta. Había metido la pata y no sabía que decirle para impedir que
              aquel error le costase una relación que estaba intentando madurar.
              Tan sólo pudo pedir torpemente disculpas y esmerarse en convencer
              a la muchacha de lo arrepentido que estaba por el comentario y de
              lo mucho que en ella confiaba.
                 —Te pido perdón si has interpretado mal mi pregunta. Me ha
              encantado como has disfrutado y como me has hecho sentir a mí.
              Sólo quería expresarte mi confusión por la fogosidad con la que me
              has obsequiado en tu manera de sentir el sexo. Para nada he pensado
              que tu comportamiento debiera ser recatado por el mero hecho de
              ser palestina. Pero no te imaginaba tan ardiente. Sobre todo, quiero
              que sepas que me gustas cómo eres y como sientes. Por nada del
              mundo quisiera poner fin a lo nuestro. Al contrario, mi deseo es que
              este amor vaya a más cada día.
                 Fatma, a pesar de mostrar su enfado e intentar parecer dispuesta
              a dejarlo, no deseaba otra cosa más que seguir con él. En sus sueños
              ya se veía todas las noches a su lado. Lo imaginaba, en el futuro,
              como padre de sus hijos y dándole a ella toda la felicidad que no
              había podido tener hasta entonces.

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