Page 77 - Edición final para libro digital
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llevaba muchos años adaptándose a la cultura hebrea. Era una mujer
                 liberal y decidida.
                    —¿Acaso piensas que podrías estar embarazada? —le preguntó
                 en cuanto se hubo recuperado de su asombro.
                    Fatma se sonrojó al notar la reacción de su casera y se arrepintió
                 de haberle hecho tal pregunta. Quizás había pecado de un exceso
                 de confianza y no fuese la señora Saida la persona más adecuada
                 para resolver sus dudas en aquel tema. Podría haberse dirigido a su
                 antigua profesora y amiga, la señora Adina. Seguramente con ella
                 se entendería mejor. Pero hacía tiempo que no hablaba con su ex
                 maestra, ni siquiera sabía dónde vivía y, aunque tenía su teléfono,
                 llevaban meses incomunicadas. En todo caso, ya había hecho lo más
                 difícil. Era de suponer que a partir de ahí sólo recibiese buenos con-
                 sejos por parte de la anciana.
                    —No lo sé —balbuceó Fatma—. Llevo más de dos semanas de
                 retraso y podría estarlo.
                    La señora Maher, notando la desazón de la joven, le habló con
                 naturalidad, quitándole dramatismo a la cuestión.
                    —Sin duda ese es un indicio. Pero si no has tenido ningún otro
                 síntoma o molestia podría deberse también a cualquier otra razón.
                 Eso no es algo que afecte a todas las mujeres por igual. Muchas
                 comienzan a sentir náuseas y molestias poco después de la primera
                 falta, en cambio otras no muestran signo alguno durante todo el
                 embarazo. De todos modos, si tienes dudas no deberías esperar. Lo
                 mejor es que hagas una prueba.
                    —¿Debería entonces ir al médico? —le preguntó la joven, quien
                 parecía no tener grandes conocimientos al respecto a pesar de su
                 edad y educación universitaria.
                    —No es necesario, puedes comprar en la farmacia un test de
                 embarazo, son muy fiables y mucho más discretos.
                    —Ideal, mañana iré a la farmacia a buscar el test y hare esa prue-
                 ba. Estoy muy preocupada y quiero saber cuanto antes el resultado.
                    —¿Quién es el muchacho?, ¿es palestino? —le inquirió la señora
                 Saida.
                    Fatma titubeó un momento antes de responderle. Percibía como
                 si se estuviese confesando ante su propia madre. Sentía un gran cari-

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