Page 72 - Edición final para libro digital
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cálida y palpitante parte masculina a punto de descargar en una ex-
plosión de placer. Comenzó entonces a excitar oralmente la latente
intimidad del muchacho. Pero Ariel, a pesar del enorme goce que
sentía, no tuvo duda alguna acerca de la inexperiencia de la chica.
Con toda seguridad habría visto alguna película, o probablemente
hubiese tenido conversaciones al respecto con sus amigas o compa-
ñeras de la universidad, pero era evidente que nunca había estado
con ningún hombre. Kachka lo noto inmediatamente. Aquello le
provocó una sensación de satisfacción e incertidumbre. Le resulta-
ba extraño que una mujer pudiese ser tan extremadamente sensible
al sexo y no haber tenido nunca una relación. De todos modos, no
era aquel el momento para detenerse en esas fluctuaciones. Inmen-
samente excitado y deseando penetrarla, le apartó suavemente la
cara de su entrepierna. Alzándola por las nalgas hasta posicionarla
sobre su bajo vientre, le levanto la falda y, casi salvajemente, in-
vadió su interior de un solo intento. Ella soltó un pequeño gemi-
do justo en aquel momento. Difícil saber si de placer o de dolor
después de tantos orgasmos indisimulados, pero pronto comenzó
a moverse acompasadamente, empujando con su pubis, casi con
violencia, como si necesitase mucho más de lo que Ariel le estaba
dando. Entonces Ariel comenzó a dar fuertes embestidas, como
queriendo llenarla hasta ocasionarle dolor. Pero Fatma se agitaba
más salvajemente cuanto más él empujaba, expresando escandalo-
samente un nuevo y satisfactorio orgasmo. El experimentado judío
no pudo resistir tanta pasión y, al tiempo que Fatma daba un sono-
ro alarido mientras se iba en una postrera y definitiva culminación
de placer, descargó abundantemente en su interior.
Durante un buen rato, los dos permanecieron tumbados sobre
la fría lona en absoluto silencio. Sólo se podían oír sus jadeos en-
trecortados. Muy especialmente los de Fatma, quien había quedado
ciertamente agotada. Al cabo de unos cuantos minutos, una vez hu-
bieron recuperado el aliento, se vistieron lo mejor que les fue posible
-algunas prendas habían salido mal paradas en aquel arrebato de
pasión- y se dispusieron a emprender el camino de vuelta hasta el
coche, que habían dejado aparcado junto al restaurante. Tenían por
delante tiempo y camino suficientes para comentar lo ocurrido, y
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