Page 83 - Edición final para libro digital
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—Ya puedo hacer la prueba —dijo en voz alta al llegar a la vi-
                 vienda, sin reparar en la presencia del viejo Maher.
                    —¿Qué prueba? —preguntó este.
                    —Nada que a ti pueda interesarte —intervino la señora Maher.
                 Evitando así que Fatma se viese comprometida.
                    Ambas sonrieron y se dirigieron a la habitación de Fatma mien-
                 tras Abdud levantaba los hombros en señal de indiferencia. El Viejo
                 no era especialmente curioso en lo referente a cuestiones de muje-
                 res, y ni se podía imaginar que la susodicha prueba fuese un test de
                 embarazo.
                    —Bueno, ¿a qué esperas? —le apremió impaciente Saida a la be-
                 caria.
                    —No sé, se me hace tan extraño todo esto.
                    —Es normal la primera vez. Pero cuanto antes lo hagas antes
                 saldrás de dudas.
                    —Es verdad, ya no tiene sentido prolongarlo más.
                    Fatma fue entonces al baño, quedando la señora Maher en la
                 habitación. A pesar de su aparente tranquilidad y de todos los con-
                 sejos que le diera a la joven, la veterana cisjordana también estaba
                 nerviosa. Bajo ningún concepto quería ver sufrir a la muchacha. A
                 pesar de todo cuanto le dijera para tranquilizarla, tampoco ella esta-
                 ba muy segura de que Ariel no fuese a dar la espantada si el resultado
                 del aquel test era positivo. De todos modos, siempre sería menos
                 difícil de superar cuanto menos tiempo llevasen de relación. Saida
                 rezaba para que aquello no fuese más que un susto y el resultado
                 diese negativo. Todo sería mucho más sencillo si aquel vínculo no se
                 viese condicionado por un embarazo inesperado. Aunque la anciana
                 ya tenía asumido que, en caso de que Ariel se desentendiese, ella y su
                 marido se harían cargo, tanto de la joven como de su bebé.
                    Fatma regresó del baño al cabo de unos minutos, en su mano
                 derecha portaba la caja original que había adquirido en la farmacia.
                    —Pero Fatma, ¿no has querido hacer la prueba? —le preguntó la
                 señora Maher sorprendida.
                    —Sí. He seguido las instrucciones, pero no he querido ver sola el
                 resultado y he guardado nuevamente en la caja el test. Prefiero que
                 lo veamos juntas, si no le importa.

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