Page 172 - De la luz a las tinieblas
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—¿Es  que  tenemos  otra  opción?  O  eso,  o  volver  por
          donde hemos venido —expuso Dalman con cierto sarcasmo.
              —Bueno. Tenemos que reconocer, por una vez, que lo
          que dices tiene sentido —dijo Orgán riendo.

              Estaban ya más relajados. Los cazadores ya no parecían
          suponer un peligro. Cualquier cosa, que pudiese surgir de ahí
          en adelante, no sería peor que lo que habían dejado atrás.
              —Eso  parece  —dijo  Andrés,  sonriendo  ante  la  actitud
          algo provocativa de Dalman.
              Estaba claro que no los unía una gran amistad.
              Incluso, después de tantas peripecias juntos, Dalman, no
          le perdonaba su influencia sobre el viejo Alterio. De no ser
          por  la  intervención  del  invidente, Orgán  jamás  se hubiese
          animado a abandonar la aldea, y él no se habría visto forzado
          a seguir a su amigo.
              Andrés sabía la razón que llevaba a Dalman a enfrentarse
          a  él,  siempre  que  tenía  ocasión,  pero  en  todo  momento
          procuró  tener  una  actitud  conciliadora.  En  cierto  modo,

          comprendía su recelo.
              De todas formas, ambos sabían que estaban obligados a
          superar sus diferencias.
              Tomaron el nuevo pasaje, siguiendo el curso del regato.
          La mayor luz existente, probablemente producida por algún
          reflejo  desconocido  en  la  superficie  líquida,  les  permitía
          progresar a buen ritmo. Unos cientos de metros más adelante,
          el reguero acuoso tomaba velocidad, y el conducto por el cual
          se desplazaban se reducía paulatinamente, hasta convertirse
          en una estrecha grieta horizontal por la cual apenas cabía una
          persona.



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