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ICAP ARGDEBRA
2 La Bioética:
Un modelo para la atención médica integral
Hace apenas cuatro décadas, en 1970, Van Rensselaer Potter, un oncólogo norteamericano
de la Universidad de Wisconsin, comunicaba al mundo su interés por crear una nueva
disciplina que combinara el conocimiento biológico con el sistema de valores humanos: la
Bioética.
Si bien desde su mismo nacimiento este término ha gozado en general de aceptación, su
éxito, al decir de Diego Gracia de la Universidad Complutense de Madrid, ha sido su propia
indefinición, por las interrogantes que él mismo crea sobre lo que trata, pues siempre se ha
hablado de Ética y Ética Médica, pero ¿es la Bioética una nomenclatura moderna de lo que
hasta ahora habíamos conocido como tal? ¿Es acaso el nuevo rostro que ha adquirido en el
momento actual la Ética tradicional de los profesionales de la salud? ¿Forma parte de la Ética
Médica secular o por el contrario la incluye y la trasciende? ¿Comprende la Biología de la
Ética o es la Ética de la Biología?
Esas y otras disquisiciones de orden teórico han hecho que en más de una ocasión,
estudiosos del tema hayan narrado “los avatares del nacimiento de la palabra Bioética”. Su
propio autor, Potter, plantea: “elegí bio para representar la ciencia de la vida, de los seres
vivientes y ética para incluir el conocimiento de los valores humanos”, pues
la Bioética estudia de manera interdisciplinaria los problemas creados a tenor del progreso
científico-técnico en el campo médico y biológico, tanto a nivel microsocial como macrosocial
y su repercusión en la sociedad y sus sistemas sociales.
Bases históricas de la Bioética. La Ética y la Moral
Para analizar cuáles fueron las raíces históricas que dieron origen al surgimiento de la
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Bioética, tenemos que rememorar que la Medicina, al decir de Oliver Sacks, como la más
antigua de las ciencias y la más vieja de las artes, siempre ha existido en función de paliar los
sufrimientos de los que han padecido alguna enfermedad; desde los albores de la humanidad,
siempre hubo personas que se ocuparon de estos menesteres, ya fueran llamados brujo,
hechicero, behíque, chamán o curandero. De igual forma, desde el mismo inicio de la vida
humana, los hombres comenzaron a regirse por determinadas normas de comportamiento,
opiniones y sentimientos característicos del momento histórico-concreto en que se
desenvolvían y que fueron evolucionando paulatinamente con el desarrollo de la sociedad.
Por ello puede decirse que desde entonces han existido la ética y la moral, ya que ambos
vocablos, aunque proceden de raíces etimológicas distintas, tienen en su origen, como
términos, el mismo significado: costumbres o hábitos.
Con el propio desarrollo de la sociedad, la ética y la moral comienzan a evolucionar; esta
última se convierte en la práctica de reglas en el cumplimiento de los deberes de las distintas
facetas que conforman a la conducta humana, mientras la ética se transforma en la filosofía y
en la ciencia de la moral, la que regula, la que pauta, la que preceptúa, la que norma. En
síntesis, la moral constituye la praxis y la ética conforma la doctrina de la moral. Por ello, la
ética hace su aparición mucho más tarde, queda rezagada en relación con la moral misma,
pues esta última, como práctica del quehacer humano, está condicionada por las propias
necesidades que surgen en la actividad histórico-social del individuo.
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