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ICAP ARGDEBRA

               Es indiscutible que a lo largo de la vida se toman una serie de decisiones morales y se actúa
               conforme  a  ellas,  pero  ¿sobre  qué  bases  se  realizan  estas?  ¿Qué  permite  determinar  lo
               correcto o lo incorrecto, lo bueno o lo malo? Las teorías éticas intentan responder a estas
               interrogantes dando una explicación de la moralidad y una justificación de las consideraciones
               fundamentales que brindan apoyo para tomar esas decisiones y evaluar la moralidad de los
               actos propios y de las demás personas.
               Existen diversas teorías éticas, pero por lo general se hace referencia a las utilitaristas y a las
               deontológicas. Una teoría utilitarista es la que considera el mayor bien para el mayor número
               de  personas  y  valora  las  consecuencias  de  las  decisiones  que  se  tomen.  Las  teorías
               deontológicas se basan en el imperativo moral, sin fijarse en las consecuencias, es decir hacer
               siempre lo moralmente correcto, aunque sus consecuencias no sean las más beneficiosas.
               Cada una de estas teorías permite conformar un criterio ético que indica qué se debe hacer
               en determinado momento, el que se adquiere por medio de una reflexión sobre los valores del
               bien y el mal; el bien significa para cualquier persona el poder desarrollar todas sus virtudes
               y potencialidades para promover el perfeccionamiento de los valores.

               Como teoría de la moral existe una ética general para la vida, pero la propia evolución del
               conocimiento, así como la aparición y el desarrollo paralelos de las diversas ciencias, hicieron
               que surgiera una ética particular para las diferentes profesiones, cuyo campo directo de acción
               era  el  hombre.  Nacen  así  la  ética  jurídica,  la  pedagógica  y  la  médica,  entre  otras,  y  se
               reconoce a esta última como la más antigua.
               En lo que a la Medicina respecta, en los inicios de la sociedad esclavista, hace más de 2000
               años  a.n.e.,  existió  en  Babilonia  un  rudimento  de  normas  de  conducta  para  la  actuación
               médica, denominado el Código de Hammurabi, así llamado en honor a su rey que tenía ese
               nombre y quien lo promulgó al final de su reinado (entre 2123 y 1686 a.n.e.); constaba de 282
               párrafos, de los cuales 11 correspondían a la práctica médica y de veterinarios, y donde se
               invocaba el principio de la ley de Talión: “ojo por ojo y diente por diente”, según la cual el
               médico sufría castigos corporales (amputaciones de manos, entre otros) en dependencia de
               las consecuencias de su actuación, cuando esta ocasionaba mutilación o la muerte, y de igual
               forma se consideraba el cobro de honorarios médicos diferenciados en dependencia de la
               clase social a la que perteneciera el paciente.
               En esta etapa no puede dejar de mencionarse a Esculapio, personaje un tanto mítico, pero a
               quien se le atribuyen “Los Consejos de Esculapio”, en el que se recogen las recomendaciones
               que un médico le hace a su hijo que también quiere serlo. Aparece después en Grecia con
               Hipócrates, llamado Padre de la Medicina, el Juramento Hipocrático (500 a.n.e.), como el más
               famoso juramento ético-médico conocido y que se mantiene como un verdadero código de
               ética, porque contiene muchos preceptos morales que deben regir la actuación médica, por
               supuesto acorde con la moral y la ética prevalecientes en aquel entonces. Sus ideas, aún
               válidas,  se  centran  en  el  deber  del  médico  de  hacer  siempre  el  bien  y  nunca  el  mal
               (enunciándose por primera vez lo que después se conoce como principios de beneficencia,
               justicia y no maleficencia), además de observar un estrecho secreto profesional y una paternal
               relación con los pacientes. El juramento hipocrático se puede dividir en tres partes: la primera
               y la tercera son invocaciones divinas y la segunda refleja la necesidad de resaltar una deuda
               moral  con  los  profesores,  con  sus  descendientes  y  con  los  enfermos.  Otros  ejemplos  de
               códigos éticos de épocas remotas son el Sermón deontológico de Aspa, médico judío del siglo
               vi a.n.e. y la Plegaria del médico de Maimonides (siglo xii).

               Más  tarde  en  la  contemporaneidad,  en  el  auge  de  la  Revolución  Industrial  en  Inglaterra,
               Thomas Percibal de Manchester confeccionó en 1800 el llamado Código de Percibal, que
               sirvió de base a los principios de ética médica que 50 años después enunció la Asociación
               Médica Americana. Otros códigos han surgido, algunos con carácter internacional, como la
               Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial y el Código Internacional de Ética


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