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El vendedor
de alegría
OS dos muchachos corrieron a casa del
Ldoctor Kharaman. Pero el médico estaba
ocupado, y una vieja criada les llevó a la sala
de espera.
En Estambul, la consulta de un doctor no se
distingue de cualquier casa de comercio; tie-
ne los mismos grandes anuncios para atraer
la atención de la gente que pasa por la calle y
los cristales como vitrinas, detrás de los cua-
les, en lugar de mercancías, se ven los clien-
tes del médico. Así, desde la acera, se puede
adivinar si es o no un buen médico según la
cantidad de pacientes que aguardan en la
sala para pasar a la consulta.
A Selim siempre le habían fascinado las salas
de espera y muy especialmente la del doctor
Kharaman, porque estaba en su mismo barrio.
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