Page 157 - Luna de Plutón
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Y, tras ella, iba Knaach, quien quería estar en cualquier lugar menos donde
estuviesen Hermoso y Precioso que, tal como lo imaginaba, se habían quedado con
los dos adultos. El león sabía que aquella discusión en la carroza (si es que decidían
acusarlo con el mayordomo y Panék, cosa que por supuesto harían) empeoraría su ya
maltrecha situación a los ojos de ellos. Sin embargo, aun así le había producido una
súbita satisfacción personal. No tardaron en dar alcance a Hathor y Tepemkau, quienes
estaban en cuclillas, uno frente al otro, viendo hacia el pasto.
—Tepemkau encontró un gusano ácido, Hathor por poco lo pisa. Tengan cuidado
ustedes.
Hathor azuzaba al largo, grueso y espantoso animal con una ramita. El gusano
tenía luces incandescentes, como la de las luciérnagas, pero de color rojo, que pasaban
a los lados de su cuerpo, como si fuese una especie de avión.
—¿Por qué lo llaman gusano ácido? —preguntó Knaach, acercando el hocico al
animal.
—Porque lo sudan a cada rato, y más en los días calurosos.
—Oh…
Los ojos amarillos del animal estaban clavados en los del león.
—Es raro verlos en esta época del año, es en invierno cuando eructan sus huevos
y se meten al subsuelo hasta una nueva temporada.
—¿Quiere decir que es posible que encontremos más de estos… gusanos ácidos?
—No, al contrario, es improbable. Pero a veces pasa —explicó Hathor—. Cuando
es temporada de gusanos ácidos ni locos vendríamos a hacer picnic por aquí. ¡Jaja!
No has visto uno grande.
—¿Qué tanto pueden crecer?
—Pues más o menos como de tu tamaño.
Knaach sintió que el piso le empezaba a dar vueltas, tuvo que reprimir un súbito
acceso de náuseas.
—Sin embargo, esos ya pierden la capacidad de producir ácido…
—Uf, gracias a dios.
—… más bien lo que hacen es escupir electricidad.
—¿Que escupen qué? ¡Eso es imposible!
—Es muy, muy posible —lo corrigió Pisis—, son capaces de arrojar un vaho
eléctrico, y si de casualidad te cae en el cabello o en la melena, te quedarías calvo para
siempre.