Page 169 - Luna de Plutón
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que  nadie  se  hubiese  quedado  afuera,  sintió  un  brusco  temblor.  El  temblor  se

  convirtió rápidamente en un violento terremoto que sacudió y partió buena parte del
  asfalto  de  las  calles,  hizo  temblar  las  casas,  y  empezó  a  derribar  las  columnas  del

  palacio  de  Hamíl,  donde  parecía  encontrarse  el  epicentro  del  fallo.  El  gran  castillo

  comenzó  a  desplomarse:  las  torres  se  vinieron  abajo  en  una  humeante  tormenta  de

  piedras y ladrillos, los ventanales explotaron, el techo se derrumbó poco a poco, como
  si  fuera  de  arena,  las  paredes  colapsaron,  los  cimientos  fueron  demolidos  por  una

  fuerza invisible.

       El  elfo  abrió  los  ojos  y  la  boca,  paralizado  por  una  indescriptible  sensación  de

  sorpresa, al ver decenas de pilares de luces que aparecían entre los escombros y que
  se  levantaban  hasta  el  cielo.  Los  ladrillos,  el  granito  y  el  concreto  se  apartaron,  el

  polvo  empezó  a  caer  como  una  cascada  a  los  lados  de  una  enorme  entidad  que

  levitaba. Una vez hubieran caído todos los restos de lo que una vez fue el palacio de
  Hamíl, quedó descubierta una inmensa nave espacial con forma de águila, las alas eran

  aerodinámicas  y  plateadas,  como  el  resto  de  la  fortaleza.  La  cabeza  tenía  forma  de

  cabeza de lobo, con orejas puntiagudas, como la de los elfos, las turbinas, redondas y
  gigantescas, estaban apostadas debajo, parecían hornos amarillos, refulgentes. La nave

  espacial describió un ángulo oblicuo con una formidable velocidad, se levantó más y,

  envuelta por un rápido resplandor, desapareció, dejando tras de sí el sonido propio de

  un trueno. Lo último que el policía vio, fue una estrella fugaz diminuta y brillante,
  desapareciendo en el cielo.
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