Page 170 - Luna de Plutón
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EL PRIMER VUELO DE LA ANUBIS
Del largo horizonte de Titán emergía un pequeño punto brillante. La Anubis había
salido con agilidad de la atmósfera, y los alerones a sus costados se levantaban lenta y
mecánicamente, dividiéndose en dos. Parecía un lobo preparándose para atacar. La
cabina era grande, tenía forma triangular, el frente y techo estaban conformado por
ventanas, construidas de un material mucho más resistente que el acero, y que
permitían ver sin problemas al exterior. En el medio de la sala se hallaba la silla
principal, donde se sentaba Panék, con una túnica blanca y señorial, capitaneando la
nave, con Kann al lado, como consejero. A ambos lados de la sala, se distribuían filas
con cuatro asientos de cada lado, donde elfos y elfas operaban complejos
computadoras holográficos.
—No se encuentra la Tungstenio, Shah. Ha desaparecido.
—Vuelve a buscarla —contestó Panék.
—No pueden haber ido muy lejos —intervino una elfa, revisando sus datos en un
tablero—. No detecto restos en el subespacio, por lo que nadie ha entrado a la
velocidad de la luz cerca de Titán en las últimas horas.
Desde lo lejos, se divisaba a las otras lunas de Saturno, como pequeños esféricos
rocosos. La Anubis parecía estar completamente sola, orbitando Titán.
—Shah, hay seis intrusos en la nave. Entraron en la bahía de abordaje antes del
despegue. La computadora no los identifica como tripulantes. ¿Mando al cuerpo de
seguridad?
—Espera, Panék —atajó Kann, antes de que este diera una orden—. ¿Puedes
enfocar alguna cámara sobre estos intrusos?
—Sí…
Panék, de talante serio y mirada afilada, no quitaba la vista de enfrente, como si
estar al acecho fuese lo único que le interesara.
—¡Cielos! ¡Shah!
—Son tus hijos y los leones, Panék…