Page 174 - Luna de Plutón
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angustia psicológica que nos has causado? ¿Qué hay con todo eso?
—¡Ya no queremos que nos atiendas más!
—Sí, no queremos volver a verte… —Pero mis señores, yo…
Ambos leones le dieron la espalda antes de que el anciano terminase de hablar.
—Espero que en otra ocasión más afortunada que esta, sepan perdonar a este viejo
hombre que solo quiere y ha querido lo mejor para ustedes —repuso tristemente.
Hermoso y Precioso siquiera se dignaron a verlo cuando se retiró. Knaach supo de
inmediato que Hermoso y Precioso nunca le caerían bien ni aun cuando de ahora en
adelante enfocasen su arrogancia en otro que no fuera él.
—Me voy a dar un paseo por la nave —dijo a los niños—. ¿Alguno quiere venir?
Pisis y Tepemkau parecían muy ocupados enjugándose los rostros con las manos
para siquiera responder, sin embargo, Hathor asintió con la cabeza, aunque sin sonreír.
Caminó hasta la entrada, se levantó y aplastó con su enorme pata el botón que abría la
puerta, y salió al exterior, con el niño tras él. A Knaach no se le escapaban detalles de
la forma de ser de los elfos mientras interactuaba cerca de ellos en la nave. Todos
parecían perfectamente entrenados, todos (aunque esto también lo había notado en
Hamíl) tenían una excelente condición física, eran muy reservados, veían fijamente a
los ojos, y siempre tenían una expresión seria en el rostro. El león se hacía preguntas,
pues no se explicaba cómo Pisis, Hathor y Tepemkau crecerían para tener un carácter
así.
Cruzó junto a Hathor uno de esos largos pasillos de platino, donde podía ver su
rostro reflejado en todas partes, el chico lo seguía, callado. Cada elfo que pasaba a los
lados parecía estar haciendo algo importante; algunos cargaban complicados cálculos
de órbitas satelitales en computadoras portátiles; otros, con uniformes rojos (del área
de Defensa de la nave) parecían más apresurados. Era obvio que Panék todavía no
había bajado el status de ALERTA ROJA, en el cual la tripulación debía estar
preparado en todo momento, en especial los integrantes de la Bahía de Defensa y la
Sala de Máquinas de La Anubis. Los elfos se le presentaban a Knaach como seres de
gran imponencia física, fríos, metódicos, muy trabajadores, pero con una enorme
intensidad pasional que puede reflejarse no solo en sus miradas, sino también en el
aura que los rodea, como una marea latente, aprisionada dentro de una disciplinada