Page 181 - Luna de Plutón
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                                LUCES EN LA ÓRBITA DE TITÁN





       La  alarma  general  cundió  al  Anubis  como  una  marea,  y  los  elfos,  rápidamente,
  ocuparon sus puestos de combate.

       —Estuvieron  todo  este  tiempo  del  otro  lado  de  Titán,  volando  al  ras  de  la

  atmósfera —explicó uno de los copilotos a Panék, apenas este cruzó la puerta—. Por

  eso  nuestro  radar  no  pudo  dar  con  la  Tungstenio  en  todo  este  tiempo,  porque
  proyectábamos el láser de búsqueda hacia el lado contrario de la luna, hacia el vacío

  del universo, con la esperanza de hallarlos.

       —¿Y por qué los radares circulares no pudieron captar su presencia, entonces?
       —Deduje  que  los  motores  de  la  Tungstenio  estuvieron  apagados,  Shah  —

  intervino el estratega, un elfo moreno de cabellos muy largos y negros—. Colocaron

  la nave en alto total para que ningún radar consiguiera leer señal alguna de actividad

  magnética o calorífera.
       —¿La Tungstenio sabe nuestra ubicación?

       —No hay forma de saberlo, pero si tuviera que apostar mis caballos, yo diría que

  sí,  que  nos  han  detectado  desde  hace  tiempo,  por  eso  han  permanecido  en  alto

  absoluto de ese lado de la luna.
       —¿Saben que ahora sabemos que están ahí?

       —No, La Anubis no se ha movido, no ha maniobrado, ni hemos dado la orden de

  adoptar  ninguna  postura  que  pueda  parecerle  sospechosa  a  los  ogros,  yo  diría  que
  ellos siguen pensando que no los hemos visto.

       —Perfecto, lo felicito, Degauss. Eres un buen estratega.

       —Felicite  al  estratega  de  los  ogros,  Shah  —contestó  el  imponente  elfo—.  Es  él
  quien nos ha tomado todo este tiempo.

       Panék se sentó en la silla de comando y vio al frente, como un gran felino a punto

  de dar caza a una presa.

       —Abran pantalla.
       Inmediatamente, el monitor principal reflejó una panorámica que mostraba todo el

  horizonte naranja de Titán.

       —Copiloto, atienda.

       —Ordene usted, Shah.
       —¿La Tungstenio está exactamente en el lado opuesto de la luna en que estamos
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