Page 186 - Luna de Plutón
P. 186

La niña tenía una inmensa dormilona colocada, y sus cabellos estaban anudados

  en una infinidad de rollos verdes, rosados y rojos, anudados con pequeñas calaveritas
  de pájaros.

       —¡Segunda vez que te levanto en situación comprometida, niña necia! ¡De pie!

       Lo  primero  que  vio  Claudia  al  abrir  los  ojos  fue  el  rostro  pálido,  afeitado  de

  Calizo. Y sus ojos grandes mirándola a través de los anteojos.
       —Calizo… —lo llamó, estando más dormida que despierta—. ¿Qué pasa?

       —¡La nave está a punto de entrar en combate!

       La niña se desperezó casi al instante, apretando los puños y dando un pequeño

  salto.
       —¿Combate? ¿Contra quién?

       —Los elfos.

       —¿Los elfos? —dijo, poniendo los ojos en blanco—. ¿Qué pasa con los elfos?
       —¡Ay, por dios! ¡Solo levántate de esa cama, muchacha! ¡Levántate y vístete, que

  debemos entrar a las celdas de seguridad! ¡Vamos, vamos!

       El inmenso ogro empezó a darle golpes en la espalda a Claudia, como si estuviera
  tocando un tambor con los puños cerrados. Sonaban como peñascos cayendo desde

  montañas.

       —Ya voy, ya voy…












       Panék frunció el ceño y entrecerró los ojos, haciendo un mohín de asco al ver a

  Metallus.

       —Mi nombre es Panék, y a partir de este día no lo olvidarás jamás.
       A través de la pantalla La Anubis, podía verse no solo a Metallus, sino también a

  Rockengard, que estaba parado a un lado de la silla de su rey, firme como una vara

  atizadora.
       —¡Hohoho!  ¡Si  te  crees  que  con  esa  entrada  triunfal  me  asustaste  estás

  equivocado, elfo!

       Rockengard puso una mano sobre la complicada hombrera del rey.

       —No lo provoques, Metallus —susurró.
       —Solo una nave va a quedar en un pedazo hoy —dijo Panék, lentamente—. Uno

  de los dos va a morir esta misma noche.
   181   182   183   184   185   186   187   188   189   190   191