Page 303 - Luna de Plutón
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hablando con Rockengard. La comunidad de elfos estaba reunida entre ambas naves.

  Metallus y Claudia se hallaban reunidos en el centro, viendo alrededor. Lo que más le
  había  llamado  la  atención  a  los  ogros,  era  que  el  túnel  desde  donde  ambas  naves

  descendieron, desapareció. Estaban en un lugar que no tenía paredes, el límite llegaba

  hasta donde la iluminación les permitía ver. Los elfos se abrieron paso ante Panék,

  hasta que estuvo frente a frente con Metallus.
       —Te agradezco que hayas salvado la vida de los pobladores.

       Metallus se tomó las manos entre sí, visiblemente incómodo, su barba se movía de

  derecha a izquierda.

       —¿La diplomacia nunca ha sido tu fuerte, verdad?
       —Hmmn, no…

       —Y lo más gracioso fue cómo el rey Metallus se salió de la celda a la cual se le

  había confinado justo antes de despegar La Anubis —dijo uno de los elfos, vestido de
  uniforme de guardia—. Tiró la pared…

       Claudia tomó la mano de su padre, viéndolo y sonriendo.

       —Bueno, ahora la pregunta es ¿por qué Amén nos envió a este lugar?
       —Porque quiere que veamos algo —contestó Hathor, con seriedad—. No sé de

  qué se trata, solo quería que viésemos algo.

       —Entonces tal vez debamos empezar a caminar…

       Ogros y elfos emprendieron su camino, como un pueblo perdido, hacia delante,
  dejando  atrás  a  sus  naves.  Al  frente,  iban  Panék,  Metallus,  Degauss,  Rockengard,

  Hathor y Knaach, liderando la marcha. Justo cuando todos pensaban que entrarían en

  la oscuridad, la luz los seguía, siempre delante de ellos. El concierto de jeroglíficos

  iluminados bajo los pies de todos se había hecho tan común que ya no le prestaban
  atención, sin embargo, la sorpresa vino cuando a un ogro se le ocurrió mirar detrás de

  sí, y descubrir que La Anubis y la Tungstenio se veían a lo lejos como si estuviesen

  parados  desde  una  alta  colina.  Nadie  había  notado  que,  sin  quererlo,  estaban
  ascendiendo. Luego de seguir caminando, vieron una gigantesca torre tubular, que se

  extendía cientos, tal vez miles de metros hacia arriba, y lo que era más: al mirar hacia

  abajo, se dieron cuenta de que estaban caminando a una altura tremenda sobre una

  ciudad circular, abandonada, cuyo centro, era aquella edificación monumental.
       Todos se vieron entre sí y empezaron a murmurar, sorprendidos, habían algunos

  ogros que a duras penas podían tolerar la sensación de vértigo que les producía estar

  desde aquella altura. La ciudad era magnífica, pero sus edificaciones, su arquitectura,

  era  misteriosa  e  incomprensible  para  todos  por  igual.  Empezaron  a  bajar  como  si
  fueran escaleras, dentro de aquel valle, sumergido en las entrañas de la luna de Plutón.
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