Page 53 - Luna de Plutón
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El león se paró en seco.
—Espera, ¿qué diablos va a hacer un emperador en una nave-casino?
—Sencillo: acudir a la reunión histórica de los patriarcas y adinerados más
poderosos de todo el Sistema Solar, escoria que maneja mundos enteros. A Gargajo le
importa muy poco la forma en que lo vea la Hermandad Federal de Planetas Unidos,
él va descaradamente hacia donde se manejen sus intereses. La luz se volvió a ir,
dejándolos a ambos a oscuras, en un vagón solitario.
Se encontraban nuevamente dentro de un manto de nubes, y la lluvia golpeaba las
ventanas con mayor agresividad.
—Entonces, la misión es dejar tuerto a Gargajo —dijo la voz del león, en la
oscuridad.
—Sí.
A los pocos segundos, la luz volvió a restaurarse, y ambos prosiguieron su camino
hacia adelante.
Llegaron finalmente hasta el primer vagón, notaron que las personas estaban
agitadas por los apagones. Una anciana comentaba que nunca antes, en todos sus años
viajando en el tren aéreo, había sucedido semejante cosa. Un porciense estaba tenso y
de mal humor, con el cinturón de seguridad apretándole la garganta.
No tardaron en llegar a sus asientos. Una bandeja plastificada con un plato de
pollo y una lata de soda «refresco mercurio» esperaban en el asiento de Claudia quien,
de pronto, había perdido el apetito por completo.
—¿Te parece si dormimos una siesta, Knaach?
El león no objetó nada.
—Despierta… ¡Despierta ya!
Claudia apenas podía abrir los ojos.
—¡Te digo que despiertes! —gritó Knaach—. ¡Vamos!
Sintió cómo las afiladas zarpas del felino le revolvían los cabellos y luego tiraban
de ellos.
—¡Párate ya, muchacha! ¡Maldición!
La luz era enceguecedora; le dio, por momentos, la impresión de que estaba
acostada en una sala de operaciones. Apoyó un antebrazo sobre su cara. Todas las