Page 55 - Luna de Plutón
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le caían heladas gotas de lluvia sobre la cara. Juntó las dos manos y bajó por las
escalerillas, lentamente. A cada paso que se acercaba a las camillas apiladas, sentía un
dolor creciente en el pecho. Como si la hoja afilada y fría de un cuchillo le atravesara
el corazón. Por primera vez, desde que había llegado a Plutón, Claudia sintió miedo.
Mucho miedo.
Un rayo plateado y blanco partió el cielo en dos, convirtiendo por segundos a la
noche en el día. El consecuente trueno hizo vibrar el suelo. Knaach observó que un
antebrazo enorme y musculoso, con una mano que abría podido abarcar un poste de
luz sin problemas, se asomaba de debajo de la manta, como si quisiera agarrar con la
palma de la mano las alargadas gotas de lluvia.
Claudia quedó de pie frente al cuerpo, cuyo relieve a través de las sábanas era
poco menos que tétrico. Alargó su mano y destapó la cabeza.
Nadie habría podido negar que AQUEL pertenecía a la misma especie que ella: la
cara era grande, de facciones nobles y rectas. La quijada era cuadrada, el cuello ancho
y poderoso. Tenía una tupida barba marrón que brillaba por la lluvia. Sus pestañas
eran largas, sus pómulos todavía estaban rosados, y su frente amplia y recta.
La cara de Claudia se deformó en una expresión viva de horror.
—Es él.
—¿Quién?
—El agente especial Kannongorff.