Page 71 - Luna de Plutón
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—¿Por qué estás tan seguro de eso? Levantó sus ojos amarillos, para verla a la
cara.
—¿Acaso no sabes cómo es la luna Io? —preguntó, con funesta seriedad.
—¿Io? Nunca la he visto.
—Pues te lo diré: es un infierno. No cualquiera puede sobrevivir ahí. Se trata de
un lugar lleno de volcanes activos, cuyo suelo es de lava solidificada, la misma luna
genera su propio calor, y las temperaturas, día y noche, son insoportables. El
emperador Gargajo debe ser una persona de piel dura, recubierto de ronchas.
Deberíamos reconocerlo apenas lo veamos. La marejada de empleados empezaba a
subir la interminable fila de escaleras mecánicas que tenían, por lo menos, el tamaño
de un edificio, y que los transportaba a la plataforma de arriba, desde donde debían
entrar a la Gran Sala, para así empezar a cumplir con sus labores. Se oía el estentóreo
bullicio de las personas, como si fuese una marcha enorme.
—Unámonos a los empleados y, una vez arriba, mezclémonos con las personas —
sugirió la niña.
—Se te olvida un detalle.
—¿Cuál?
—No tenemos invitaciones. ¿Recuerdas que gracias a ellas no te dejaron comprar
un boleto en la Estación Espacial? Y me temo que se llevan colgando del cuello. Los
guardias no van a tardar en descubrirnos.
—¡Diablos! —gruñó, pegando la espalda a la cápsula—. Pero se me ocurre una
idea…
—Si de casualidad se trata de noquear a un par de personas y robar sus uniformes,
te recuerdo que ni vas a encontrar un empleado de tu estatura y contextura, ni
tampoco vas a conseguir un traje para un león —advirtió, torciendo los ojos.
—¡Diablos!
Claudia cruzó los brazos y se quedó viendo el suelo, ceñuda. Su amigo movía la
cola, viendo a las últimas personas subir.
—Bueno, ya sé…
—¿Qué?
—Noquearemos a un par de invitados y les robaremos sus invitaciones, y
sanseacabó.
—No te creas que va a ser así de fácil, además, soy un león. ¿Quién se va a creer
que me han dado una invitación a mí?
—Diré que eres mi mascota.
Knaach giró la cabeza para verla, con los ojos ensanchados.