Page 73 - Luna de Plutón
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las ruletas de la fortuna giraban sin cesar, los naipes se barajaban una y otra vez, los

  crupier cantaban los números, las máquinas tragamonedas no paraban de hacer sus
  característicos sonidos, y los caballos robot corrían en una pista anti-gravedad en el

  techo, echando vapor por la nariz, mientras los aficionados abajo gritaban, saltaban, y

  alentaban a las máquinas de diferentes marcas a dar lo mejor de sí. En la tarima del

  escenario,  sobre  una  pista  de  baile,  estaba  un  grupo  de  jazz,  todos  con  uniformes
  blancos, y lacitos negros en el cuello. En cada lámina de pared que había entre dos

  inmensas  vigas  de  metal,  a  los  costados  de  la  nave,  se  hallaba  una  ventana  que

  mostraba el espacio. Las estrellas quedaban lentamente atrás, indicio de que la nave se

  estaba moviendo, ya no se veía Plutón. Al fondo del salón, había una pared recubierta
  por  cantidades  de  banderas  holográficas  y  ondulantes,  de  colores  y  diseños

  extrañísimos: unas tenían forma de cometa, otras de espiral, e incluso una brillaba,

  todas ellas representando a una luna o planeta distinto en el Sistema Solar. Claudia
  distinguió la bandera de Io, representada como un eclipse de sol con fondo negro.

       Se escuchó el descorche de varias botellas de champaña, mientras una lluvia de

  papelillos  y  chispas  caía  sobre  una  mesa,  indicando  que  un  afortunado  se  había
  ganado un montón de plutos.

       —Me  pregunto  qué  hubiera  hecho  Kannongorff  ahora  —murmuró  Claudia,

  acalorada.

       —Posiblemente no hubiese hecho nada…
       —¿Cómo dices?

       El león le hizo un gesto con el hocico, para que viera hacia delante, hacia la tarima.

  El grupo de jazz ya no estaba tocando. En cambio, estaban dos figuras paradas, con un

  cono de luz iluminándolos. El primero, que estaba parado frente al micrófono, era un
  personaje  desconocido  para  Claudia,  pero  el  sujeto  que  se  hallaba  detrás,  con  su

  chaleco blanco y su extraño copete, era Mojo Bond. Knaach dio un cabezazo en la

  cintura  a  su  amiga.  Una  multitud  copiosa  de  gente  los  rodeaba  en  la  oscuridad,  las
  luces se habían apagado, y todos veían al tipo.

       —¡Ay! ¿Qué pasa?

       —¡Claudia! ¡Ese tipo! ¡El del micrófono!

       —¿Qué hay con él?
       —Nunca pensé que lo vería otra vez, es Osmehel Cadamaren. ¡Tal vez el hombre

  más rico del Sistema Solar! Es el dueño de Jumbo Jumbo, y también de esta nave

  espacial, estoy seguro.

       Osmehel Cadamaren era muy alto y bastante delgado, como buen porciano. Sus
  brazos parecían bastones con articulaciones en los codos, sus hombros eran abultados
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