Page 78 - Luna de Plutón
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—¿Cuál es el problema?
—Ahem, sí, yo los mandé a llamar —murmuró Mojo, con un hilo de voz casi
imperceptible—. Resulta que sorprendí a esta parejita intentando forzar la puerta.
—¡ESO ES MENTIRA! —gritaron la ogro y el león al mismo tiempo.
Uno de los custodios observó detenidamente a Claudia (tenía que levantar la
cabeza para hacerlo) y luego a Knaach.
—No llevan sus invitaciones alrededor del cuello —reflexionó.
—¡Oh, sí, sí! —escupió Bond, ensanchando los ojos y abriendo la boca en O,
fijándose en aquel detalle mientras veía fijamente a la chica—. Es también por ello que
ordené su presencia.
El guardia torció los labios, viendo fijamente al personaje, que tomaba las solapas
de su chaleco plástico y lo veía de vuelta, sonriendo.
—Entonces van a tener que acompañarnos para interrogarlos —dijo el otro,
tomando la escopeta tras su espalda y apuntándolos—. Andando.
Claudia obedeció. Knaach giró la cabeza para ver a Mojo Bond una última vez,
fijándose que el radio-control que llevaba en la cintura, era muy distinto a los del
personal de seguridad, no solo porque era completamente hueco, sino porque además,
llevaba pegado un sticker que decía en letras esponjosas «MADE IN JUMBO
JUMBO», con el logotipo de la juguetería del parque de diversiones en un costado.
—¡Ese bastardo, hijo de la más gorda puerca marciana! —gruñó, sintiendo que
echaría chispas por el hocico.
Afortunadamente, las pocas personas que los vieron pasar siendo escoltados por
los vigilantes (uno de ellos que les apuntaba con un arma mortal) ni siquiera se
molestaron en retirar su profunda abstracción de los juegos del casino. Los llevaron a
una puerta de seguridad que estaba cerca y, una vez adentro, los hicieron caminar por
un infinito pasillo de paredes y techo angosto (Claudia tenía que agachar ligeramente
la cabeza).
—¡Nosotros no estábamos haciendo nada malo! —explotó la niña—. ¡AQUEL
hombre era solo un farsante!
Escuchó que el agente chistó, tranquilamente.
—En eso te creemos, cariño. El problema es que no llevas tu invitación, es lo que
nos hizo detenerte, a ti y al animal.
Siguieron caminando por un rato, en silencio.
—¿Y qué piensan hacer con nosotros?
—Ese detalle todavía no lo hemos decidido… y ya habrá tiempo de sobra para que
te hagan preguntas en el cuarto de interrogatorios.