Page 75 - Luna de Plutón
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permitirá multiplicar nuestro alcance a más destinos en el Sistema Solar, llevando no
solo alegría e infinitas posibilidades comerciales, sino además progreso y capacidades
mayores a sus hogares. ¿No es eso maravilloso? Nuevamente, un minuto de aplausos,
faltaba poco para que la sonrisa de Osmehel fuese demasiado grande para su rostro.
—Los excelentísimos primeros ministros, reyes, reinas, presidentes, patriarcas y
líderes de Calisto, Ganímedes, Titán, Japeto y Porcia, que están aquí en la fiesta, nos
regalan su invaluable presencia esta noche. ¡Un aplauso para ellos!
Nuevamente, como si fuese una marea de títeres, la gente empezó a aplaudir con
fuerza, mientras que varios conos de luz caían sobre algunas cabezas en la multitud,
indicando las personas a las que Cadamaren se acababa de referir. Casualmente,
Claudia estaba cerca de uno de ellos; un señor bajito, muy gordo, vestido de negro,
con un cinturón dorado que recubría su hombro izquierdo y terminaba en su cintura
derecha, luciendo varias medallas de oro en el pecho, quien saludaba tímidamente.
—También tenemos el honor de contar con el emperador Gargajo, quien por
desgracia no nos pudo acompañar esta noche (pero no se asusten, porque está a bordo
de la nave). Dejó a su esposa, la emperatriz Flema, que vino en representación de él a
la fiesta.
Claudia se puso en puntillas, intentando localizarla, pero estaba muy lejos, en un
palco privado, a varios metros del suelo.
—Dentro de dos horas exactamente, pasaremos al Gran Aula Magna de
Reuniones, para dar inicio a la histórica jornada que nos ha traído hoy a la Herschel
Magnatino. ¡Quedo a su disposición, un servidor, Osmehel Cadamaren! ¡Que
disfruten de la fiesta!
Como si sus palabras hubiesen accionado un mecanismo automático, las luces se
volvieron a encender, los anuncios electrónicos volvieron a funcionar titilando en
todos los colores, las máquinas alrededor reiniciaron sus funciones y las ventanas que
daban vista al exterior, que desde el inicio del discurso habían estado opacadas,
volvieron a mostrar las estrellas. Era como si el universo volviese a funcionar otra
vez. Y con ella, el bullicio de las personas, que luego de una tormenta de aplausos,
volvían a lo mismo.
Claudia giró la cabeza otra vez para ver hacia la emperatriz Flema, cuya figura era
borrosa, pero no para los potentes ojos de Knaach, quien podía divisar incluso el
movimiento de sus dedos.
—¿Piensas ir hasta allá?
—¡Tal vez se reúna con Gargajo! Es mi oportunidad —dijo, con determinación.
A continuación, todo lo que pudo hacer el león fue tragarse su respuesta y correr