Page 240 - Cementerio de animales
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Las tumbas de Pet Sematary reproducían el más antiguo de los símbolos
religiosos: los círculos concéntricos indican una espiral que conduce no a un punto,
sino al infinito: el orden que surge del caos o el caos, del orden, según lo enfoques.
Este símbolo lo grababan los egipcios en las tumbas de sus faraones y los fenicios, en
los túmulos de sus reyes muertos en combate, se descubrió en las paredes de las
cuevas de la antigua Micenas, los reyes de Stonehenge lo utilizaron como un reloj
para sincronizar el universo, aparecía en la Biblia judeocristiana en el remolino desde
el que Dios habló a Job.
La espiral era la más antigua señal de poder del mundo, el símbolo más antiguo
con el que el hombre representa el tortuoso puente que podría existir entre el mundo y
el Abismo.
Al fin Louis llegó a la tumba de Gage. La pala mecánica ya no estaba. El césped
sintético había sido retirado, enrollado sin duda por un obrero que silbaba pensando
en la cerveza que al salir se tomaría en el Fairmount, y almacenado en algún
cobertizo. Donde descansaba Gage había un bien recortado rectángulo de unos
noventa centímetros por un metro y medio de tierra recién removida. Todavía no
habían puesto la lápida.
Louis se arrodilló. El viento le alborotaba el pelo. El cielo estaba ya casi oscuro.
Seguían desfilando las nubes.
«Nadie me ha enfocado con una linterna preguntándome qué hago aquí. No me ha
ladrado ningún perro guardián. La verja estaba abierta. La época de los ladrones de
cadáveres ya pasó. Si viniera con un pico y una pala…»
Reaccionó con una sacudida. Estaba muy equivocado si imaginaba que
Pleasantview permanecía sin vigilancia durante la noche. ¿Y si el guarda lo descubría
hundido hasta la cintura en la tumba de su hijo? Podía no salir en los periódicos,
aunque tal vez sí saliera. Quizá le acusaran de algún delito. ¿Qué delito? ¿Robo de
tumbas? No era probable. Seguramente, atentado a la propiedad y vandalismo. Pero,
aunque no lo publicara el periódico, se correría la voz y la gente hablaría. Y es que
sería sabrosa la historia. Conocido médico de la localidad, descubierto al desenterrar
a su hijo de dos años, muerto recientemente en trágico accidente de circulación.
Perdería el empleo. Aunque no lo perdiera, Rachel sufriría con los comentarios, y tal
vez Ellie tuviera que soportar las burlas de sus compañeros de clase. Tal vez se le
infligiera la humillación de tener que someterse a una prueba de equilibrio mental a
cambio de retirar los cargos.
«¡Pero yo podría devolver la vida a Gage! ¡Gage viviría!»
¿Realmente lo creía así?
La verdad era que sí. Él se había repetido a sí mismo una y otra vez, antes y
después de la muerte de Gage, que Church no llegó a estar muerto, sino sólo
conmocionado y que, al despertar, había salido del hoyo escarbando y vuelto a casa.
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