Page 244 - Cementerio de animales
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—Pero este viaje… no me parece buena idea, Louis. Nosotras te necesitamos. Y
tú nos necesitas a nosotras. —Le miró dudosa—. Por lo menos, eso espero. Y
ninguna de las dos está en condiciones…
—… ninguna de las dos está en condiciones de quedarse en esta casa —dijo
Louis con vehemencia. Se sentía como si tuviera fiebre—. Me alegro de que me
necesites, y yo también os necesito a ti y a Ellie. Pero, en estos momentos, no os
conviene estar aquí, cariño. Gage se halla en todas partes, en cada rincón de la casa.
Es muy doloroso para nosotros, pero es aún peor para Ellie.
Louis la vio parpadear y comprendió que la había conmovido. Sintió un poco de
vergüenza por aquella táctica desleal. Todos los libros que había leído sobre el tema
de la muerte decían que el primer impulso de la persona que acaba de perder a un ser
querido es el de alejarse del lugar de la tragedia. Ahora bien, sucumbir a este impulso
puede resultar pernicioso, ya que permite al individuo evadirse de la realidad, lo que
procura un falso consuelo. Los libros decían que era preferible que uno se quedara
donde está, batallando con la pena en su propio terreno, reducirla a un recuerdo. Pero
Louis no se atrevía a hacer el experimento con la familia en casa. Tenía que librarse
de ellas, por lo menos momentáneamente.
—Lo sé —dijo ella—. Es algo que… te ataca por todas partes. Mientras estabas
en Bangor, decidí pasar el aspirador para… distraerme y, al retirar el sofá, encontré
cuatro cochecitos Matchbox debajo, como esperándole… para que… para que jugara
con ellos… —Su voz, que ya no era muy segura, acabó de fallarle y se le saltaron las
lágrimas—. Y entonces fue cuando tomé el segundo Valium, porque empecé a llorar
otra vez, como estoy llorando ahora… Oh, esto es peor que un maldito melodrama de
la tele… Abrázame, Louis, por favor.
Louis la abrazó, y bien; pero se sentía como un traidor. No hacía más que pensar
en la manera de sacar partido de aquellas lágrimas. «Un buen elemento. ¡Ajajá,
vamos allá!»
—¿Hasta cuándo? —sollozó ella—. ¿Se acabará algún día este dolor? Si
pudiéramos recobrarlo, Louis, juro que lo vigilaría mejor. Eso no ocurriría, y el que
ese camión fuera tan deprisa no nos absuelve. Yo no pensaba que pudiera haber una
pena tan grande, que te ataca una vez, y otra. Y duele tanto, Louis, porque no
descansas ni mientras duermes, porque entonces lo sueñas. Lo veo una vez y otra
correr hacia la carretera, y le grito…
—Ssssh —hizo él—. Ssh… Rachel.
Ella alzó su cara congestionada.
—Es que él no estaba haciendo nada malo. Era un juego… Ese camión llegó en
mal momento… Y antes llamó Missy Dandridge, cuando yo estaba llorando…, y dijo
que en el "American" de Ellsworth pone que el del camión trató de suicidarse.
—¿Qué?
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