Page 272 - Cementerio de animales
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aquella vieja película. Había otros caminos que conducían a Pet Sematary y al otro
sitio, pero Louis no los conocía. Si intentaba algo, partiría de la puerta de su casa.
Ajeno a estos hechos que eran como proyectiles de marcha lenta y que, en buena
balística, apuntaban no donde él estaba sino donde estaría, Louis contemplaba la
pantalla del televisor en color. No había visto ninguna de aquellas series, pero había
oído hablar de ellas: una familia negra, una familia blanca, un niño que era más listo
que las acaudaladas personas mayores con las que vivía, una mujer soltera, una mujer
casada, una mujer divorciada. Luego, las tres jóvenes detectives privados que hacían
todas sus pesquisas con atuendos playeros. Se lo tragó todo, en su habitación del
motel, lanzando de vez en cuando una mirada a la borrascosa noche.
Cuando empezaron las noticias de las once, Louis apagó el televisor y salió a
hacer lo que tenía decidido tal vez desde el momento en que vio la gorra de béisbol
de Gage llena de sangre en medio de la carretera. Ahora volvía a sentir aquella
frialdad aún más intensamente, pero debajo había algo: un rescoldo de ansia, o de
pasión, o de sensualidad. No importaba. Aquello le protegía del frío y le armaba
contra el viento. Al arrancar el motor del Honda, Louis pensó que tal vez Jud tuviera
razón cuando decía que aquel lugar tenía una fuerza creciente, porque ahora la sentía
a su alrededor, guiándole (o empujándole), y se preguntó:
«¿Podría detenerme? ¿Podría detenerme aunque quisiera?»
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