Page 301 - Cementerio de animales
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Pero no había más que un camino, pensó Louis. O te dejaba pasar o no te dejaba.
Otra vez ya trató de trepar por los troncos él solo y no pudo. Ahora subía pisando con
firmeza y rapidez, como la noche en que Jud le guiaba.
Arriba, arriba sin mirar abajo, con su hijo en brazos, envuelto en un sudario de
lona. Arriba, hasta que el viento volvía a revolverle el pelo, haciéndole rayas y
remolinos.
Se detuvo un momento en lo alto y empezó a bajar, como por una escalera. El
pico y la pala tintineaban ligeramente a su espalda. En menos de un minuto llegó al
suelo, alfombrado de agujas de pino. A su espalda, más alto que la reja del
cementerio, se alzaba el montón de troncos.
Avanzó por el sendero con su hijo en brazos, oyendo el gemido del viento entre
los árboles. Aquel sonido ya no le inspiraba terror. El trabajo de la noche casi estaba
hecho.
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