Page 302 - Cementerio de animales
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               Rachel  Creed  dejó  atrás  el  letrero  que  decía:  SALIDA  8.  PORTLAND
           WESTBROOK, puso el intermitente y condujo el Chevette de la Avis hacia la rampa

           de salida. Distinguía claramente el rótulo verde de un Holiday Inn recortándose sobre
           el  cielo  nocturno.  Una  cama,  descanso.  Poner  fin  a  aquella  tensión  dolorosa  e
           inexplicable. Y poner fin también —momentáneamente al menos— a su aflicción por

           la pérdida de su hijo. Ella comparaba aquella pena a lo que se siente después de una
           extracción  dentaria  múltiple.  Al  principio,  el  dolor  está  dormido,  pero  notas  su

           presencia; está agazapado como un gato, dispuesto a saltar sobre ti. Y cuando se te
           pasa el efecto de la novocaína, ah, amigo, no quedas defraudado, desde luego.
               «Él dijo que había sido enviado a avisar…, pero que no podía intervenir. Dijo que
           estaba  cerca  de  papá,  porque  se  encontraban  juntos  cuando  su  alma  fue

           desencarnada.»
               «Jud sabe algo, pero no quiere decírmelo. Ocurre algo, sí, pero…, ¿qué?»

               «¿Suicidio?  ¿Louis,  suicidarse?  No;  no  lo  creo.  Pero  estaba  mintiendo,  se  le
           notaba en los ojos… Oh, mierda, lo tenía escrito en la cara, así como si quisiera que
           me  diera  cuenta…  y  le  disuadiera…,  porque  una  parte  de  él  tenía  miedo,  mucho
           miedo… ¿Miedo, Louis? ¡Él nunca tiene miedo!»

               Rachel dio un brusco golpe de volante hacia la izquierda y el Chevette respondió
           con  todo  el  brío  de  los  coches  pequeños  entre  un  chirrido  de  neumáticos.  Rachel

           pensó que iba a volcar. Pero no fue así y, segundos después, volvía a circular hacia el
           norte. Atrás quedaban la Salida 8 y el rótulo invitador del Holiday Inn. Apareció un
           nuevo indicador. Las letras fosforescentes parpadeaban en la oscuridad. PRÓXIMA
           SALIDA  CARRETERA  12  CUMBERLAND  CUMBERLAND  CENTRO

           JERUSALEM'S  LOT  FALMOUTH  FALMOUTH  EXTRARRADIO.  «Jerusalem's
           Lot —pensó Rachel distraídamente—, qué nombre tan raro. No sé por qué, no resulta

                                                          [7]
           agradable… Ven a dormir a Jerusalem.»  .
               Pero esta noche no dormiría. A pesar de la recomendación de Jud, estaba decidida
           a seguir viaje. Jud sabía lo que ocurriría y le había prometido solucionarlo; pero el

           hombre tenía ochenta y tantos años y hacía tres meses que había perdido a su mujer.
           Ella no confiaba en Jud. Nunca debió consentir que Louis la sacara de casa de aquel

           modo, pero la muerte de Gage le había debilitado la voluntad. Y Ellie, con la foto de
           Gage, siempre en la mano y su carita de angustia… era la cara de una criatura que
           acaba de escapar de un tornado o de un repentino bombardeo bajo un cielo claro y
           azul. Hubo momentos, durante aquellas largas horas de insomnio, en los que deseó

           odiar  a  Louis  por  aquel  dolor  que  había  engendrado  en  ella  y  por  no  brindarle  el
           consuelo que necesitaba (ni permitir que ella le consolara a él), pero no podía. Aún le

           quería demasiado. Y estaba tan pálido… en vilo.


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