Page 206 - El cazador de sueños
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mensaje se inicia después de la señal. Por favor, si carece usted de autorización, pulse
           STOP inmediatamente.»
               —Por favor —dijo Kurtz, asintiendo—. Está bien. ¿A que es buena manera de

           disuadir al personal no autorizado?
               Se produjo una pausa, seguida por un pitido de dos segundos y una voz de mujer
           joven: «Uno. Dos. Tres. No nos hagáis daño, por favor. Ne nous blessez pas.» Dos

           segundos  de  silencio,  y  luego  una  voz  de  hombre  joven  diciendo:  «Cinco.  Siete.
           Once.  Estamos  indefensos.  Nous  sommes  sans  défense.  No  nos  hagáis  daño,  por
           favor, que estamos indefensos. Ne nous faites…»

               — ¡Jo, parece una clase de idiomas de la Berlitz desde el más allá! —dijo Kurtz.
               —¿Reconoces las voces? —preguntó Underhill.
               Kurtz negó con la cabeza y se puso un dedo en los labios.

               La  siguiente  voz  era  la  de  Bill  Clinton,  con  su  acento  de  Arkansas.  «Trece.
           Diecisiete. Diecinueve. Aquí no hay infección. Il n'y a pas d'infection id.» Otros dos

           segundos de pausa, y luego la voz de un famoso. «Veintitrés. Veintisiete. Veintinueve.
           Nos estamos muriendo. On se meurt, on crève. Nos estamos muriendo.»
               Underhill pulsó el STOP.
               —La primera voz, por si quieres saberlo, es la de Sarah Jessica Parker, una actriz.

           El segundo es Brad Pitt.
               —¿Quién es? —Un actor. —Ah.

               —Después de cada pausa hay otra voz. Todas tienen en común que en esta zona
           hay una parte importante de la población que las reconoce o podría reconocerlas. Sale
           Alfred  Hitchcock,  Paul  Harvey,  Garth  Brooks,  Tim  Sample  (un  humorista  muy
           famoso, de los que gustan en Maine), y así hasta varios centenares. Algunos no los

           hemos identificado.
               —¿Cómo que centenares? ¿Cuánto dura la intercepción?

               —En rigor no es ninguna intercepción, sino una transmisión en banda abierta que
           llevamos  interfiriendo  desde  las  ocho  cero  cero;  o  sea,  que  han  podido  emitir  un
           fragmento, pero, si lo ha captado alguien, dudamos que haya entendido gran cosa. Y
           si resulta que sí… —Underhill se encogió un poco de hombros, como diciendo «qué

           se le va a hacer»—. Todavía sigue. Parece que son voces de verdad. Se han hecho
           algunas comparaciones y han salido idénticas. No sé qué son, pero con gente así los

           imitadores se quedarían en paro.
               El zum zum zum de los helicópteros se dejaba oír con claridad al otro lado de las
           paredes. Kurtz, además de oírlo, lo sentía: atravesando los tabiques, el póster de la

           OSHA y la carne gris que era casi toda agua, y diciéndole: ven, ven, ven, corre, corre,
           corre. Su sangre reaccionó, pero él se quedó sentado y miró a Owen Underhill sin
           traicionar ninguna alteración. Le miró y pensó en él. Apresurarse lentamente: buen

           consejo, sobre todo para tratar con gente como Owen. Conque la ingle, ¿eh?




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