Page 300 - El cazador de sueños
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Ya, pensó Underhill sin aminorar el paso. Me apuesto lo que sea a que tienes que
contarme algo gordísimo, y mil razones para que te suelten enseguida.
—¿Overhill? No, Underhill. Se llama así, ¿no? Tengo que hablar con usted. ¡Es
importante para los dos!
Owen se detuvo a pesar de los gritos de la caravana, que se habían convertido en
sollozos de dolor. No era buena señal, pero al menos indicaban que no se había
muerto nadie. Se fijó en el hombre de las gafas. Era puro pellejo, y, aunque llevaba
parka, tiritaba.
—Es importante para Rita —dijo el hombre flaco, haciéndose oír por encima de
los motores—. Y para Katrina.
Daba la impresión de que al gafotas le debilitaba pronunciar los nombres, como si
los hubiera extraído como piedras de un pozo muy hondo, pero el susto de oír los
nombres de su mujer e hija en boca de un desconocido hizo que Owen apenas
reparara en el detalle. El impulso de acercarse al hombre y preguntarle cómo los sabía
era fuerte, pero Underhill no disponía de tiempo. Tenía una cita. Y que de momento
no hubiera ningún muerto no quería decir que no fuera a haberlo.
Miró por última vez al personaje de detrás de la alambrada, memorizando sus
facciones, y se apresuró a llegar a la caravana.
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