Page 353 - El cazador de sueños
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esquivando dunas de nieve que llegaban hasta la rodilla. El viento le hería el rostro
           congestionado como un cuchillo.
               —Pero  Owen…  Te  llamas  así,  ¿no?…  Owen…  ¿Te  acuerdas  de  una  canción

           infantil…  que  dice  que  a  las  moscas  gordas…  las  muerden  otras  moscas  más
           pequeñas… y que lo repite mil veces? Pues se ajusta a tu caso… porque Kurtz ya
           tiene hecho su cuadro… El segundo al mando, que creo que se llama Johnson…

               Underhill  le  dirigió  una  mirada  rápida  y  severa  y  aceleró  todavía  más.  Henry
           consiguió  adaptarse  a  su  paso,  pero  dudó  que  pudiera  mantenerlo  mucho  tiempo.
           Sentía pinchazos en un lado, y cada vez le dolían más.

               —Se  suponía…  que  te  tocaba  a  ti…  la  segunda  parte  de  la  operación  de
           limpieza… Imperial Valley… es el nombre en clave… ¿Te suena de algo?
               Henry vio que no. Kurtz, al parecer, no le había contado nada a Underhill acerca

           de la operación que destruiría a casi todo el Blue Group. A Owen Underhill, Imperial
           Valley le sonaba a chino. Ahora, además de los pinchazos, Henry notaba una especie

           de  cinta  de  hierro  alrededor  del  pecho,  cada  vez  más  apretada.  —Espera…  Pero
           hombre, Underhill… ¿No podrías…? Underhill no interrumpió sus zancadas. Quería
           conservar las pocas ilusiones que le quedaban. ¿Cómo criticárselo?
               —Johnson… y unos cuantos más… como mínimo una mujer… tú podrías haber

           estado, pero la cagaste… él lo ve como que te pasaste de la raya… y, no siendo la
           primera vez… ya lo hiciste en un sitio que se llamaba algo así como Bossa Nova…

               La reacción fue una mirada incisiva. ¿Buena señal? Quizá. —Creo que al final…
           la pringa hasta Johnson… el único que sale vivo de aquí es Kurtz… el resto… nada,
           ceniza y huesos… ¿A que eso no te lo dice… tu mierda de telepatía? Ese truquito que
           tienes… de leer los pensamientos… no llega a tanto.

               El pinchazo del flanco se alargó, hundiéndose en la axila derecha como una garra.
           Al mismo tiempo le resbalaron los pies, y cayó de bruces en un montón de nieve,

           aparatosamente.  Sus  pulmones  quisieron  llenarse  de  aire,  pero  sólo  consiguieron
           aspirar una bocanada de nieve en polvo.
               Henry  se  debatió  hasta  ponerse  de  rodillas.  Tosiendo,  atragantándose,  vio
           desaparecer la espalda de Underhill detrás de una pared de copos. Entonces, sabiendo

           que era su última oportunidad (pero no qué diría), exclamó:
               —¡Querías mearte en el cepillo de dientes del señor Rapeloew, pero, como no

           podías,  les  rompiste  la  fuente!  ¡Y  luego  saliste  corriendo!  ¡Que  es  lo  mismo  que
           haces ahora, cobardica de mierda!
               A unos pasos, casi invisible por culpa de la nieve, Owen Underhill se detuvo.














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