Page 502 - El cazador de sueños
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Volvía a deshinchársele la barriga, y parecía que se le hubiera pasado el dolor más
agudo. Al menos de momento.
—¿Duddits? ¿Y eso qué nombre es?
—No lo sé. Se lo he captado a su madre. A él no puedo verle. Es diferente, jefe.
Casi parece que en vez de humano sea un gris.
Al oírlo, Kurtz notó un cosquilleo en la espalda.
—La imagen que tiene la madre es a la vez de niño y de adulto —dijo Pearly.
Era el comentario más espontáneo que le había hecho a Kurtz desde que habían
salido de lo de Gosselin. ¡Dios, si hasta parecía que le interesase!
—Igual es retrasado —dijo Freddy.
Perlmutter le miró.
—Podría ser. En todo caso está enfermo. —Suspiró—. Yo ya sé cómo se siente.
Kurtz le dio otra palmadita en el hombro.
—Arriba esos ánimos, chaval. ¿Y los otros, Gary Jones y el que se supone que se
llama Gray?
No le importaba gran cosa, pero existía la posibilidad de que la trayectoria de
Jones (y de Gray, en el supuesto de que existiera al margen de la imaginación
enfebrecida de Underhill) colisionara con la de Underhill, Devlin y… ¿Duddits?
Perlmutter sacudió la cabeza, cerró los ojos y volvió a descansar la cabeza en el
respaldo. Debía de habérsele pasado el brote de energía e interés.
—Nada —dijo—. Está bloqueado.
—¿Y si no existe?
—Algo hay —dijo Perlmutter—. Es como un agujero negro. —Y añadió con tono
soñador—: Oigo muchas voces. Ya mandan refuerzos.
Dicho y hecho, porque de repente apareció en los carriles de la 1-95 en sentido
norte el convoy más grande que había visto Kurtz en veinte años. En cabeza y a la
misma altura iban dos quitanieves enormes, dos elefantes con palas levantando la
nieve y despejando hasta el mismísimo asfalto los dos carriles. Seguían dos camiones
de arena, asimismo en tándem, y detrás doble hilera de vehículos militares y material
pesado. Kurtz vio camiones que llevaban bultos envueltos en lonas, y supo que sólo
podían ser misiles. Había otros camiones transportando radares, telémetros y a saber
qué más cacharros. Entre medio iban camiones de transporte de tropas con unos faros
deslumbrantes, a pesar de que casi era de día. Los efectivos no se contaban por
cientos, sino por miles. A saber para qué se preparaban: la Tercera Guerra Mundial,
luchar cara a cara con seres de dos cabezas, con los insectos inteligentes de Starship
Troopers, la peste, la locura, la muerte, el día del juicio… Kurtz pensó en los Imperial
Valley de Kate Gallagher, y esperó que no tardaran en abandonar la operación
(suponiendo que siguieran con ella) y se fueran a Canadá. Estaba claro que no les
serviría de gran cosa levantar los brazos y decir Il n'y a pas d'infection ici Eso ya lo
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