Page 498 - El cazador de sueños
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En Dearborn Street no había espacio para dar media vuelta; los caminos de entrada a
las casas estaban obstruidos por el paso de los quitanieves. Ya era de día, y el barrio
dormido presentaba el aspecto de un pueblo de Alaska en plena tundra. Owen puso el
Humvee en marcha atrás y recorrió toda la calle de culo, dando bandazos con la
voluminosa parte trasera del vehículo. El parachoques de acero chocó con un coche
aparcado en la acera debajo de la nieve, haciendo ruido de cristales rotos. El siguiente
choque volvió a ser con la barrera de nieve helada de la bocacalle, superada la cual
salieron derrapando a Kansas Street con el morro apuntando a la autopista. Duddits,
que estaba sentado detrás, lo aguantó todo sin inmutarse, con la fiambrera en las
rodillas.
«Henry, ¿qué ha dicho Duddits que quería Jonesy?»
Henry intentó contestar por telepatía, pero Owen ya no le oía. Las manchas de
byrus que tenía en la cara se le habían puesto blancas, y al rascarse desprendía trozos
grandes con las uñas. La piel de debajo se veía agrietada e irritada, pero sin grandes
destrozos. Como después de un resfriado, se sorprendió Henry. En el fondo no es más
grave.
—Ha dicho…
—Aua —dijo Duddits desde atrás. Se inclinó para mirar la señal grande de color
verde donde ponía 95 SENTIDO SUR—. Yonci quere aua.
La frente de Owen se contrajo, y cayó un polvillo de byrus muerto, como caspa.
—¿Qué…?
—Agua —dijo Henry, girándose un poco para darle a Duddits una palmadita en la
rodilla huesuda—. Intenta decir que Jonesy quiere agua, aunque en realidad no la
quiere Jonesy, sino el que llama señor Gray.
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