Page 496 - El cazador de sueños
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justo antes de la salida 28. Será un retraso de entre diez y veinte minutos.
—¡Alabado sea Dios! Pues venga, a aprovecharlos. —Miró el perchero del
rincón. Había una parka enorme de color azul, con letras muy rojas en la espalda:
RED sox—. ¿Es tuyo, Duddits?
—¡Mío! —dijo Duddits, sonriendo y asintiendo—. Miabigo. —Y, cuando Owen
lo cogía—: Novite encontá ayoci.
Owen también lo entendió, y le dio escalofríos: «Nos viste encontrar a Josie.»
En efecto, y Duddits le había visto a él. La noche anterior. ¿O el mismo día, hacía
veinte años? ¿También tenía el don de viajar en el tiempo?
No era el momento indicado para preguntas así. Owen casi se alegró de que no lo
fuera.
—Le he dicho que no le pondría nada en la fiambrera, pero era mentira. He
acabado llenándosela.
Roberta la miró, y miró a Duddits cambiándosela de mano mientras hacía el
esfuerzo de ponerse aquella parka enorme, otro regalo de los Red Sox de Boston. Era
increíble lo blanca que tema la cara en contraste con la intensidad del azul, pero sobre
todo del amarillo de la fiambrera.
—Ya sabía que se iría. Y sin mí. —Miró a Henry a la cara inquisitivamente—.
Por favor, Henry, ¿me dejas venir?
—No, que podrías morirte delante de él —dijo Henry, aborreciendo la crueldad
de sus palabras y lo bien que le había preparado la vida para accionar los resortes
indicados—. ¿Querrías que lo viera, Roberta?
—Claro que no —contestó ella con un tono de reproche que le dolió a Henry en
todo el corazón.
Se acercó a Duddits, apartó a Owen y le cerró la cremallera a su hijo con un
movimiento rápido. Después le cogió por los hombros, le hizo agacharse y le miró
con fijeza. Ella, menuda como un pajarito, pero con fuego interior. Su hijo, alto,
pálido y flotando dentro de la parka. Roberta ya no lloraba.
—Pórtate bien, Duddie.
—Vale, mamá.
—Y cuida a Henry.
—Vale, mamá.
—Quédate bien abrigado. —Vale.
La obediencia de Duddits se había teñido de unas gotas de impaciencia, porque ya
tenía ganas de salir. ¡Qué recuerdos le trajo a Henry la escena! De cuando salían a
comprar helado, a jugar a minigolf (a Duddits, cosa extraña, se le daba tan bien que el
único en ganarle con cierta asiduidad había sido Pete), al cine… Y siempre lo mismo:
«Cuida a Henry», «cuida a Jonesy», «cuida a tus amigos»… Siempre «pórtate bien,
Duddie», y él «vale, mamá».
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