Page 553 - El cazador de sueños
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duró tres. Cuando el hombre del coche cogió otras dos rebanadas, apareció una idea
           en el cerebro de Deke McCaskell y parpadeó como un anuncio luminoso: «¡Así aún
           es mejor! ¡Casi vivo! ¡Frío, pero casi vivo!»

               Deke  retrocedió  con  lentitud,  como  si  buceara.  Parecía  que  la  grisura  del  día
           hubiera invadido la tienda, quitándole luz. Notó que se le doblaban las piernas, y,
           antes de que subiera a su encuentro el suelo sucio de madera, lo gris se había vuelto

           negro.















































































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