Page 617 - El cazador de sueños
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posible, con todo lo que había pasado?
               Jonesy negó muy lentamente con la cabeza.
               —Una parte fue hacernos mayores e ir cada uno por su lado, pero también tuvo

           mucho que ver lo de Richie Grenadeau. Lo llevábamos dentro, como Owen Underhill
           lo de la bandeja de los Rapeloew.
               A Jonesy no le hizo falta preguntar de qué se trataba. En Wyoming habían tenido

           todo el tiempo del mundo para ponerse al corriente de las peripecias del otro.
               —Hay un poema de Francis Thompson sobre un hombre que intenta correr más
           que  Dios  —dijo  Henry—.  ¡Dios  me  libre  de  decir  que  Duddits  fuera  Dios!  Pero

           siempre iba por delante. Nosotros corríamos lo más deprisa que podíamos, pero…
               —No hubo manera de que saliéramos del atrapasueños —dijo Jonesy—. No lo
           consiguió  ninguno  de  los  cuatro.  Entonces  vinieron  los  byrum.  Unas  esporas

           gilipollas viajando en naves hechas por otra raza. ¿Sólo eran eso? ¿Nada más?
               —Dudo que lleguemos a saberlo. En otoño pasado sólo se contestó una pregunta.

           Nos hemos pasado muchos siglos mirando las estrellas y preguntándonos si estamos
           solos en el universo. Pues ahora sabemos que no. Ya ves. Gerritsen… ¿Te acuerdas de
           Gerritsen?
               Jonesy asintió. Por descontado que se acordaba de Terry Gerritsen, el psicólogo

           militar que dirigía el equipo de interrogadores de Wyoming. Gerritsen y Henry habían
           hecho  tan  buenas  migas  que  sólo  les  había  impedido  trabar  auténtica  amistad  la

           situación. En Wyoming, Jonesy y Henry habían recibido muy buen trato, pero no de
           invitados. A pesar de ello, Henry Devlin y Terry Gerritsen eran colegas de profesión,
           lo cual tenía su peso.
               —Gerritsen partía de que había dos respuestas, no una: que no estamos solos en el

           universo y que no somos los únicos seres inteligentes del universo. Yo discutí mucho
           para convencerle de que la segunda premisa se basaba en un error de lógica, y me

           parece que no llegué a convencerle, pero es posible que le hiciera dudar un poco.
           Aparte de todo, los byrum no son constructores de naves, y existe la posibilidad de
           que  la  raza  que  las  hizo  se  haya  extinguido.  Hasta  es  posible  que  ahora  sean  los
           byrum.

               —El señor Gray no era tonto.
               —Estoy de acuerdo, pero sólo desde que se te metió en la cabeza. El señor Gray

           eras tú, Jonesy. Te robó las emociones, los recuerdos, la afición al beicon…
               —Ahora ya no como.
               —No  me  extraña.  También  te  robó  lo  básico  de  tu  personalidad,  incluidas  tus

           rarezas subconscientes: lo que hace que te gusten las pelis de terror de Mario Bava y
           los westerns de Sergio Leone, lo que alucinaba con el miedo y la violencia… ¡Jo, tío,
           cómo  le  gustaba  todo  eso  al  señor  Gray!  Y  ¿qué  tiene  de  raro?  Son  herramientas

           primitivas de supervivencia, y él, como era el último de su especie en un entorno




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