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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.
De cuando los hermanos Segundo y Picho Chachacho fueron aquel
sábado del mes de octubre en procura de pescado fresco a los trenes
de varias playas de la isla
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icho y Segundo, dos queridos hermanos, ambos hijos del viejo Chachacho, tenían
por costumbre (tal vez una costumbre ancestral) recorrer las playas del norte de la
isla que circundan al pueblo de Altagracia y Pedro González, en procura de
pescado fresco; esto ocurría, frecuentemente, los fines de semana cuando eran informados
que en algunas de las playas del sector habían “echado un tren”, así que, provistos de
sendos mapires, emprendían su viaje a las playas. Ese día, un sábado del mes de octubre,
muy temprano, después de visitar la playa de La Galera, se percataron de que no habían
echado el tren en la noche, ya que hubo vientos huracanados, según les informó un
pescador del lugar.
Ante esa situación negativa para ellos, deciden encaminarse a playa Caribe y La
Boquita, encontrando la misma situación, es decir, no habían echado el tren, tal vez por el
mismo motivo, el viento fue pertinaz en esas playas; pero Segundo, sin perder la paciencia,
se acuerda y le dice a Picho: -¡Caramba, hermano!, a mí me comunicó Roberto el de Mario
(Roberto Ordaz) que y que iban a estar dos trenes en la playa de Las Arenas, así que
vámonos para esa playa, a ver si Dios quiere, tú sabes que la esperanza es lo último que se
pierde; pero también fue infructuosa la llegada a la playa en cuestión. En Las Arenas
tampoco encontraron tren alguno echado, así que ya casi al amanecer, corsariamente
deciden subir el boquerón del Valle para luego bajar hacia la playa de Guayacán, donde sí
estaban en plena faena pesquera, pero ya los dueños del tren habían negociado todo el
producto de la faena con el chofer de un camión tipo cava al que cargaban varios
ayudantes, por lo que aquellos dos hermanos, resignadamente, deciden emprender su viaje
hasta playa Manzanillo, siempre con sus respectivos mapires terciados al cuello.
En esa bulliciosa playa son sorprendidos por los rayos del sol que bañan con su luz
natural todo aquel viejo puerto y entre las rancherías y el bullicio de pescadores,
nuevamente ven frustrado su propósito (hubo mucha pesca, pero todo el producto fue
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