Page 114 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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tradicionalmente la tasa de ataques cardiacos más alta del mundo, ciertos investigadores de los
trastornos cardiacos eligieron a 1.200 ejecutivos de empresas a quienes se consideraba en alto
riesgo de sufrir un ataque, pues presentaban uno o más de los clásicos factores de riesgo: obesidad,
alta presión sanguínea, colesterol elevado y gran adicción al tabaco (cada uno fumaba más de diez
cigarrillos al día). A la mitad de esos hombres se les aplicó un programa quinquenal intensivo, con
dieta controlada, exámenes regulares e información detallada sobre sus riesgos potenciales. Al otro
grupo se le permitió vivir como desearan, pero con exámenes regulares.
Al terminar los cinco años, los investigadores se llevaron una gran sorpresa al descubrir que la
mortalidad era mucho más elevada en el grupo al que se había indicado evitar el colesterol, las
calorías, el azúcar y el alcohol, incluyendo el doble de fallecimientos por ataques cardiacos. Esto,
pese al hecho de que al grupo estrechamente vigilado se le había aconsejado consumir más grasas
no saturadas (principalmente margarina), reemplazar las carnes rojas por pescado, pollo y verduras,
dejar de fumar y reducir el consumo alcohólico. Después de quince años, las estadísticas
continuaban asimétricas: el grupo estrechamente vigilado había sufrido 34 muertes por problemas
cardiacos; el grupo de control, solamente 14.
Según todos los cálculos, el grupo al que se permitió continuar fumando, bebiendo y comiendo en
exceso debería haber corrido un peligro mucho mayor. ¿Qué había pasado? Los perversos
resultados pueden implicar o no que controlar el colesterol ingerido es importante para la salud. Pero
son, por cierto, una condena a lo estresante de las actuales técnicas de prevención.
Uno de los principales cardiólogos de Gran Bretaña lo expresa enérgicamente: «Estos resultados
no significan que uno pueda hartarse tontamente con impunidad. Pero mi opinión es que, si un
paciente agotado por el esfuerzo y el estrés ve su existencia invadida por médicos y otros
benefactores deseosos de constreñir su modo de comer y otras conductas, el factor de acoso y la
pérdida de autonomía pueden ser la gota que desborda el vaso.»
Aquí la frase significativa es «pérdida de autonomía». Como hemos visto, un fuerte sentido de la
libertad individual, combinada con felicidad personal, es un factor crítico para sobrevivir hasta edad
avanzada con buena salud. El miedo no es un buen motivador porque provoca sus propias tensiones.
Sin embargo, millones de personas han sido adoctrinadas sobre el colesterol, en la suposición de que
el precio del miedo es pequeño, comparado con el precio de un índice elevado de colesterol. Se trata
de una estrategia muy miope. Desde hace cuarenta años se promociona al colesterol como enemigo
del cuerpo a pesar de que todas las células necesitan de él para sobrevivir (el colesterol forma una
parte fundamental de las membranas celulares, entre otras funciones) y pese a que dos tercios del
colesterol de nuestro cuerpo no se absorben por la comida, sino que son fabricados por el hígado.
La premisa misma de que un bajo índice de colesterol es beneficioso ha caído bajo creciente
sospecha. En una intensa revisión de dieciocho estudios realizados en todo el mundo que cubrieron a
650.000 personas de Estados Unidos, Japón, Europa e Israel, se refutaron los beneficios de tener
bajo el nivel de serocolesterol. Las 125.000 mujeres estudiadas tenían la misma expectativa de vida,
con índices de colesterol alto, bajo o medio. Más aún: no había causas específicas de muerte, tales
como el cáncer o el ataque cardiaco, que se relacionaran con los niveles de colesterol, fueran altos o
bajos (estos hallazgos tienen doble importancia, dado que casi todos los estudios clásicos que
prevenían contra el colesterol se basaban en personas del sexo masculino).
Entre los 520.000 hombres estudiados, los hallazgos eran algo más complejos. Los hombres
cuyos índices de colesterol iban del promedio al máximo aceptable (de 200 a 240) tenían las mismas
tasas de supervivencia que quienes tenían índices bajos (de 160 a 200);los que peor estaban eran los
que tenían índices muy altos o muy bajos. Los hombres que presentaban un nivel de colesterol
inferior a 160 tenían un 17 por ciento más de posibilidades de morir por todas las causas, así como
los que tenían índices muy elevados (por encima de 240).
Esta investigación, publicada en septiembre de 1992 por la prestigiosa publicación Circulation,
representa holgadamente el mayor número de datos jamás reunidos. Ataca profundamente nuestra
idea convencional de que la grasa y el colesterol son malos, pero el resultado aún no está claro.
Siguen siendo fuertes las pruebas contra las dietas abundantes en grasas, sobre todo considerando
los riesgos adicionales presentados por la obesidad, estado común en los países de dietas ricas. La
actitud más prudente sigue siendo mantener las grasas en un 30 por ciento del total de calorías.
Lo que significa todo esto es que una dieta saludable debe tener dos componentes: 1) debe ser
satisfactoria en el plano psicológico; 2) debe proporcionar una cantidad equilibrada de elementos