Page 117 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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                   4. Mejora  en  el  estado  financiero:  El  70  por  ciento  de  los  hombres  longevos  dijeron  que  sus
                      ingresos eran iguales o mejores que a los 55 años. El 60 por ciento de los de corta vida dijo
                      estar peor.
                   5. Estado civil: El 95 por ciento de los hombres longevos estaban casados, contra un 75 por ciento
                      de los de corta vida.


                                                             MUJERES

                   1. Cociente  intelectual:  Las  mujeres  longevas  presentaban  en  los  pruebas  de  inteligencia  una
                      puntuación el 50 por ciento superior al de las de vida corta.
                   2. Autopercepción  de  la  salud  al  envejecer:  El  47  por  ciento de las longevas evaluaba su salud
                      como mejor que a los 55 años, mientras que el 53 por ciento de las de vida corta consideraba
                      que su salud había empeorado.
                   3. Estado civil: El 71 por ciento de las mujeres longevas estaban casadas; el 71 por ciento de las
                      de corta vida, no.
                   4. Evaluación  de  funcionamiento  físico:  Eran  muchas  más  las  longevas  que  se  consideraban
                      saludables o apenas incapacitadas. Eran muchas más las de vida corta que se consideraban
                      parcial o totalmente incapacitadas.
                   5. Cambios  en  el  estado  financiero:  Entre  las  longevas,  muchas  más  estaban  financieramente
                      mejor que a los 55 años. Entre las de corta vida, muchas más habían empobrecido.

                  La  concepción  de  una  élite  del  envejecimiento  apoya  la  idea  de  que  la  biología  puede  sufrir  la
               influencia  de  factores  externos.  Provenir   de  un   ambiente   en  desventaja   no  descalifica
               automáticamente   a  una  persona  para  mejorar  su  situación;  en  tanto  una  persona  logre  un  ingreso
               estable, buena salud y un matrimonio satisfactorio, estará aumentando sus posibilidades de vivir más
               tiempo.
                  Pero  la  longevidad,  por  sí,  ¿puede  ser  propuesta  como  meta  consciente?  Aunque  casi  todos
               tratamos de alcanzar la mejor vida posible, no siempre equiparamos ese objetivo con una vida larga.
               A lo largo de la historia, la longevidad ha sido un objetivo primordial consciente sólo para un pequeño
               número de personas. Sin embargo es importante tener en cuenta la sabiduría de esos pocos.
                  En  el  siglo  XIX,  cuando  sólo  una  de  cada  diez  personas  llegaba  a  cumplir  los  65  años,  quien
               sobreviviera hasta los 90 o los 100 podía ser considerado fuente de sabiduría sobre la longevidad. A
               fines  del  siglo,  un  inglés  llamado  G.  M.  Humphrey,  médico  y  profesor  de  cirugía  de  Cambridge,
               examinó   a  900  pacientes  que  pasaban  de  los  90  años  de  edad.  Eligió  a  52,  a  los  que  se  creía
               centenarios,  e  hizo  una  lista  de  sus  hábitos.  Descubrió  que,  en  su  mayoría,  eran  moderados  o
               frugales en el comer, ingerían poca carne y algo de alcohol, se levantaban temprano y les gustaba
               trabajar al aire libre. Una gran mayoría, más del 80 por ciento, declaró que dormía de maravilla; casi
               todos  declaraban  como  media  más  de  ocho  horas  por  noche  durante  la  mayor  parte  de  la  vida.
               (Como   de costumbre, las mujeres centenarias superaban vastamente en número a los hombres en
               proporción de 36 a 16. Casi todas habían estado casadas; en su mayoría, tenían familia numerosa.)
                  Estas  características  responden  a  los  mismos  patrones  que  se  ven  en  los  estudios  modernos;
               también  originaron  lo  que  podríamos  llamar  el  movimiento  por  la  longevidad,  según  que  el  intento
               consciente  de  alcanzar  una  vida  larga  se  tornara  más  factible.  A  fines  de  la  época  victoriana,  la
               expectativa de vida estaba en constante aumento. La obra de Pasteur y Koch había despertado un
               enorme   optimismo  en  cuanto  a  eliminar  las  enfermedades  epidémicas;  con  las  reformas  sociales
               mejoraron las viviendas, las instalaciones sanitarias y las condiciones de trabajo. En vez de suponer
               que la vida larga era un don de la providencia, la gente comenzaba a aceptar la responsabilidad de su
               existencia y a creer que se podían cambiar las cosas mediante el propio esfuerzo. Así se sembraron
               las primeras semillas de la prolongación consciente de la vida.
                  Varios  médicos  nonagenarios  de  la  época  victoriana  escribieron  libros  sobre  longevidad.  Todos
               abogaban empeñosamente por una dieta sencilla y ejercicio abundante. Alexandre Gueniot, médico
               parisiense  que  llegó  a  cumplir  los  103  años,  reveló  que  a  los  99,  cuando  se  levantaba  todas  las
               mañanas para trabajar en su libro, llegaba a su estudio subiendo tres tramos de escalera. Su colega
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